Promover la inserción sociolaboral de personas en riesgo de exclusión es el objetivo principal del programa Píllara, que desarrolla el Concello de Cambre y que ha logrado, además, otra meta determinante para los participantes: generar redes de apoyo y colaboración, que han cristalizado en proyectos de autoempleo entre algunos de asistentes. Cerca de un centenar de vecinos han recibido asesoramiento y formación a través de esta iniciativa, que ha tutelado la educadora social Verónica Pérez, desde que se puso en marcha, hace un año.

El programa combina la atención y el seguimiento individualizado con talleres que atienden a las necesidades comunes detectadas. De los diversos perfiles que han solicitado participar en la iniciativa, la educadora social ha podido extraer conclusiones como que alrededor de dos tercios son mujeres y que la mitad del total son de procedencia extranjera. Pérez estableció también, además, tres perfiles por características coincidentes. De la formación y los talleres de asesoría surgió la asociación de dos asistentes, José Carreño y Pedro García, que ultiman la puesta en marcha de una empresa de reformas del hogar.

“Este proyecto nació gracias a esa reunión que tuvimos con Verónica y la asistencia que nos dio”, relata Carreño. “Vamos a comenzar los dos, cada uno con sus potenciales: yo fui gerente de una firma de computación importante, Epson, unos veinte años en mi país, Venezuela, y Pedro tiene muchos años de experiencia en trabajos de reforma”, explica este emprendedor y detalla que trabaja junto a su socio en labores de promoción del proyecto para darle forma antes de constituir la empresa.

Otra participante, Alejandra Saldarriaga, conoció gracias a esta iniciativa los talleres de empleo cuando acudió a Servicios Sociales, después de que las restricciones por la pandemia acabaran con los trabajos de su marido y suyo en hostelería. En la actualidad, cursa el taller Proexedis-Proweb.

El proyecto está financiado por la Xunta a través de la Dirección Xeral de Inclusión Social y del programa operativo del Fondo Social Europeo. Se enmarca en la Estrategia de Inclusión Social de Galicia 2014-2020.

Verónica Pérez: “Dos tercios son mujeres y la mitad, de origen extranjero”



¿Qué perfiles asisten al programa Píllara? ¿Hay rasgos comunes?

Es diverso, aunque sí que hay generalidades en cuanto a las necesidades. Quizás, dos tercios son mujeres, la mayoría, y un tercio, más o menos, hombres. La mitad pueden ser de procedencia extranjera. Y detecté generalidades en los primeros meses del proyecto, prepandemia.

¿Cuáles eran?

Fui viendo que había como tres perfiles: uno de personas que tenían muy poquito conocimiento o habilidades de tipo digital para la búsqueda de empleo; también personas con situaciones familiares muy complejas, de perfiles de poca cualificación; y luego otro grupo con perfiles más con cierta formación pero en sectores en los que no hay empleo y que necesitan reciclarse, que se manejan mejor con las tecnologías y necesitan un poco de adaptación a las nuevas fórmulas o estrategias para mejorar la empleabilidad. En este grupo hay mucha gente extranjera con titulaciones que aquí no han podido homologar y mayores de 45 o 50 años. Cuando pasó el confinamiento organicé talleres específicos para dos de los perfiles.

¿En qué consistieron?

Para las personas con más cualificación, con interés en emprender, organicé habilidades digitales para el empleo. Para el segundo grupo, un taller de mejora de la empleabilidad. No se pude hacer tantos talleres como hubiera querido por las restricciones. He hecho mucha sesión individual para ayudar a hacer currículos, enviarlos por correo electrónico o solicitar ayudas. Y los derivo a recursos de la zona, porque hay agencias y organizaciones que ofrecen recursos muy válidos y necesarios.

¿Ve ya resultados?

Sí que se van viendo algunos resultados. Dentro de que el tema del mercado laboral actualmente está muy fastidiado con las consecuencias de al pandemia, sí va habiendo resultados. Por ejemplo, dos personas usuarias que se conocieron y están montando un proyecto de autoempleo o alguna gente que ha accedido a formación que no conocía, sobre todo de formación ocupacional, que les den una certificación.

Se enteran de opciones.

Claro, lo primero que vemos en las sesiones es los recursos que hay.

¿Alguna alegría destacada?

Una chica refugiada saharaui que estaba pasando un momento muy difícil por no tener trabajo y por su familia, porque se reiniciado el conflicto armado, y ha conseguido trabajo en una empresa con un contacto que le dimos y su estado de ánimo ha cambiado totalmente.