María Soto, educadora y logopeda natural de Mera, es hoy ya un referente en España en disciplina positiva. En septiembre pasado publicó el libro Educa Bonito y a los dos meses ya se hizo una segunda edición. Con El País y el BBVA forma parte de un proyecto de mejora educativa. En el Concello de Oleiros imparte unos talleres para padres con niños de hasta diez años que se denominan como su obra, Educa Bonito.

“Oleiros fue el primer ayuntamiento de España en confiar en la disciplina positiva. Ellos apostaron por esto desde el primer momento que hablé con Nacho de Servicios Sociales. Hay que reconocer esto, en un momento de queja contra los políticos, que una administración vele por sus vecinos”, indica María Soto, que se formó en disciplina positiva con la educadora que la trajo a España, Marisa Moya.

Una de las cosas que enseña Soto es que hay que desterrar el sistema de castigos y premios en la educación “porque perjudican el desarrollo”. Como todo en la vida, se va aprendiendo y mejorando. “Cuando nos educaron a nosotros era lo que había, nuestros padres no tenían acceso a toda la información que tenemos nosotros, así que intento que no se sientan culpables. Muchos, si tuvieron algún problema de niños, como padres quieren hacerlo mejor. Madres con hijos de 13 y 14, por ejemplo, se sienten muy culpables porque educaron con castigos. La educación no tiene que ser un martirio, discusiones continuas, para eso no tienes hijos. Poco a poco aprenden que se puede disfrutar con la educación”, subraya Soto.

“Ahora con la pandemia los padres ven a sus hijos muy bloqueados. Pensábamos que se iban a quejar antes, pero están empezando a reaccionar ahora, han aguantado un año en el que las administraciones no les han tenido en cuenta. De quince días para aquí, estamos viendo reacciones desproporcionadas. Están hartos de la mascarilla, de no ir a cumpleaños... a los padres les comento que es lo natural, lo raro es que no pasara esto, para que no se preocupen. Tienen que acompañarles con mucha comprensión y compasión. Estamos viendo que madres y padres están sacando un coraje brutal, nos está saliendo una humanidad... he visto un crecimiento humano muy bonito”, relata esta educadora, asombrada por la fuerza de unos padres que han descubierto la paciencia ante un mundo sin certezas.

“Una recomendación general para padres es que todas las posibles malas reacciones de los niños responden a una necesidad encubierta, que no saben transmitir. Sus necesidades las expresan con actitudes, es necesario observar la conducta de los hijos, no para juzgarla sino para entender que si siempre están enfadados, tiene que haber una carencia detrás”.

“Estoy gratísimamente sorprendida por la fuerza de las familias, están muy empoderadas”, concluye. Soto subraya que con el tiempo se conocerán mejor las consecuencias de esta crisis sanitaria en los más pequeños, bebés que no pueden ver el lenguaje no verbal de sus padres por culpa de la mascarilla.