El Concello de Culleredo en los últimos años ha propuesto convertir el esqueleto de la antigua fábrica de abonos de La Cros en auditorio, en un museo del automóvil, y el año pasado el anuncio fue el de un centro de investigación sobre economía circular. El alcalde, José Ramón Rioboo, anunció ayer que trabaja en “impulsar un nuevo uso” para esta edificación, cerrada a finales de los ochenta y de la que solo queda la estructura, el esqueleto: trata de que sea declarada Bien de Interés Cultural (BIC). En los últimos años en la comarca han sido declarados BIC el pazo de Meirás y La Terraza de Sada.

El Ejecutivo local asegura que los técnicos municipales “han iniciado los trámites” para lograr esta declaración y el alcalde ha solicitado una entrevista con responsables de la Consellería de Cultura. Rioboo, además de la declaración como BIC, mantiene su propuesta de 2020 de que se ubique en esta edificación un centro de economía circular “para generar valor para sectores estratégicos en Galicia como el textil, forestal, digital, agropecuario” entre otros. Apuntó que en 2024 se podría lograr que reabriese ya con un nuevo uso.

El regidor también prevé destinar una parte de la superficie de este recinto al “uso público de la ciudadanía”, mediante la apertura de “salas de actividades, auditorio “ y otras iniciativas.

Rioboo destacó que ha tenido una reunión en Madrid con el secretario de Estado de Agenda Urbana, David Lucas, con el objetivo de “recibir asesoramiento” del Gobierno central y saber qué proyecto sería mejor para situar en este patrimonio industrial.

El Concello también quiere recabar fondos estatales para llevar a cabo estas propuestas. El propio Rioboo señaló que sería necesario recabar “el apoyo de todas las administraciones” para convertir La Cros en un “espacio público de referencia”.

Hace años La Cros aún contaba con una cinta transportadora y una chimenea de ladrillo (fue volada con dinamita en 2002 a pesar de la oposición del colectivo de arquitectos). Ahora solo existe una estructura de columnas de cemento, que recuerdan las tres naves.

La arquitectura industrial es un valor más para el turismo. La Cros fue construida en 1931 por una empresa de Barcelona y funcionó hasta los años ochenta. Fabricó primero fertilizantes y luego abonos. Tras su cierre quedó abandonada. En la década de los noventa surgieron los primeros proyectos para recuperar esta industria que antes ocupaba más superficie: parte de los terrenos fueron ocupados para construir bloques de pisos.