Tres palabras que lo dicen todo: “No puedo más”. Con esta manifestación de hartazgo, de agotamiento, impresa en grandes letras negras en una pancarta que encargó para la ocasión, Josefina Iglesias se plantó ayer a la entrada del Concello de Cambre con su hijo, Luis Alberto García, parapléjico de 55 años, y su nieto Luismi, con una discapacidad del 65%. Pepi, como la conocen en la zona, es la tutora legal de ambos, llegó a tener hasta cinco familiares a su cargo y a sus 72 años ha dicho “hasta aquí”. “Estoy agotadísima, agotadísima”, confiesa esta enfermera que se prejubiló hace 28 años para ejercer de cuidadora a tiempo completo de su primogénito y, por temporadas, de su nieto, que vive a caballo entre la casa de su abuela y un centro asistencial de Ferrol: “Él [por su hijo] solo puede mover una mano; el resto, su madre”.

La gota que colmó el vaso, el detonante que la empujó a plantarse delante del Ayuntamiento, han sido los problemas para reactivar el servicio de ayuda a domicilio del que se dio de baja a finales de 2019 tras reclamar reiteradamente mejoras en la asistencia. El primer desencuentro fue por los horarios. La empresa concesionaria de la atención en el hogar enviaba a un auxiliar a las 8.30 horas y Josefina pidió que se aplazase hasta las 10.30 para que su hijo, parapléjico desde que sufrió un accidente hace ya 28 años, no tuviese que pasar tantas horas sentado. Sin resultado, cuenta. La cuerda ya estaba tensa y el cambio de auxiliares puso la guinda. Esta septuagenaria relata que al principio acudía un auxiliar con el que estaban “muy contentos”, pero que la concesionaria empezó a enviar a otros trabajadores “inexpertos”, sin la preparación necesaria para atender a una persona con una dependencia severa como la de su hijo o sin la fuerza necesaria para levantarlo y ducharlo sin ayuda. “Al final tenía que hacerlo todo yo. Llegó un momento que me cansé, lo que no puede ser es que pague para hacer yo el trabajo”, cuenta esta septuagenaria que tras los meses más duros de la pandemia, a principios de este año, inició los trámites para reactivar el servicio con la petición de que se realizase a partir de las 10.30 horas. Relata que llamó a Servicios Sociales y que abordó al alcalde, Óscar García Patiño, y que, finalmente y ante la falta de una solución, decidió dejar el caso en manos de su despacho de abogados. Esta septuagenaria explica que sus representantes legales presentaron la documentación completa a principios de mes y siguen sin respuesta.

Ningún representante del Concello se acercó ayer a hablar con Josefina. A consulta de este diario, un portavoz del Gobierno local explica que la coordinadora de Servicios Sociales se puso en contacto con esta usuaria el viernes y le trasladó que no había tramitado la solicitud correctamente. Apuntan desde el Ejecutivo que el cauce reglamentario es el Registro y no los correos electrónicos que el despacho de abogados remitió a una funcionaria del departamento. En respuesta a la pregunta de si habían advertido de este extremo a los representantes legales de la afectada, desde el Consistorio apuntan que la trabajadora municipal está de vacaciones desde el 2 de julio, por lo que ignoran si recibió el mensaje. El Ejecutivo recalca, que se trata igual a todos los vecinos, defiende la cualificación de los trabajadores del SAF y y que reactivarán el servicio de Josefina una vez que presente correctamente la documentación y siguiendo rigurosamente el orden de la lista de espera.

Josefina afirma que el Concello miente y que su abogado se limitó a seguir las indicaciones de los técnicos. Ella, dice, volverá a plantarse hoy con su pancarta, aunque ya sola, sin su hijo y su nieto. Y lo volverá a hacer mañana y “todos los días que hagan falta”. “No pararé hasta que me den una solución. Ahora estoy duchando yo sola a mi hijo, pero cualquier día nos caemos los dos”, advierte esta septuagenaria, que dice estar desbordada tras años “sin un respiro” y que se queja amargamente de la falta de ayuda por parte de todas las administraciones para la dependencia.

A las puertas del Concello, acompañada por dos allegados y por la concejala de Ciudadanos, María José García, que reclamará explicaciones en la próxima comisión, Josefina se desahoga. Su nieto ameniza la espera con mil y una anécdotas. Su abuela lo mira con un brillo divertido en los ojos: “Si no fuese por él...”.