Guillermo ‘Willy’ Bárcenas y Antón Carreño, integrantes del grupo Taburete, se suben hoy a las 20.00 horas al escenario de O Pasatempo de Betanzos para demostrar por qué han colgado el cartel de lleno en casi todos los conciertos que compusieron, en la primera mitad del año, su gira La broma infinita, basada en su último disco y que recorrió los teatros de todas las latitudes del país. Con pocos días de descanso, empataron la broma con La furyo infinita, una prolongación de la gira, dotada de un carácter más veraniego y festivo y que prevé alrededor de 40 conciertos hasta el final de verano.

No han parado de tocar en todos estos meses, a pesar de la pandemia. ¿Cómo se las han arreglado?

Pues sí, la verdad es que muy bien, estamos muy contentos después del año tan difícil que fue 2020. Nos animamos a empezar una gira de teatros, que fue desde enero hasta julio, que era algo que si no hubiese sido por la situación, no habríamos hecho. Teníamos la idea de que las giras de teatros eran para grupos un poco más mayores y demás, por el tipo de show que hacemos no nos apetecía mucho, pero lo vimos como una oportunidad, estamos súper contentos de cómo quedó todo.

Han cambiado de terreno.

Sí, la gente se lo pasó fenomenal a pesar de estar en un sitio cerrado con mascarillas y demás. Ahora, con esta nueva gira de verano, tenemos casi 40 conciertos hasta septiembre, que es una barbaridad. Tenemos ganas de que salga todo bien, ahora ves las noticias de contagios y restricciones y te pones un poco nervioso. Esperemos que todo salga lo mejor posible y podamos dar los conciertos en las mejores condiciones, pero claro, la salud es lo más importante.

Casi 40 conciertos. ¿Se han propuesto recuperar el tiempo perdido del año pasado?

Sí, por eso y sobre todo porque es lo que más nos gusta hacer: tocar en un montón de sitios en los que no hemos tocado antes. Salvo Ceuta y Melilla, creo que hemos tocado en el resto de España. Ya hemos empezado, ahora tuvimos un pequeño parón y retomamos en Betanzos, con muchas ganas de empezar en Galicia. Antón (Carreño) ya está pasando unos días allí. Nosotros, siempre que podemos, pasamos las vacaciones allí, es un sitio en el que el público nos quiere mucho.

Parece que el público les quiere en todas partes, viendo la racha de sold outs.

Sí, pero Galicia es de los sitios en los que más nos quieren, sin duda.

Tras una época de salas llenas como la que llevan en ambas giras, ¿hay preocupación cuando uno no hace sold out, o le echa la culpa a las circunstancias del momento?

Nosotros hablamos con otros grupos y artistas de cómo está la situación, y sabemos que no es el mejor momento para la música, pero en todos los sentidos: en reproducciones, en spotify, en plataformas digitales. No se sabe por qué, pero a raíz de la pandemia se escucha menos música, la gente también tiene miedo de comprar entradas para un concierto por si lo cancelan o hay algún tipo de restricción. En todos los conciertos que hemos hecho, los problemas que hemos tenido han sido pocos. No quiero tampoco animar a la gente a que compre las entradas un mes antes, pero bueno, que vea un poco cómo está la situación, y al final, si decide venir, verá que es también una manera de olvidarse un poco de todo.

De La broma infinita pasan a la gira La furyo infinita. ¿Cuál es el hilo conductor de tanto infinito?

La broma infinita es nuestro último álbum, y lo de la furyo es una gilipollez, que es como le llamamos a la furgo en la que viajamos; pero como eran tantos conciertos, decidimos llamarla así. Hacemos un recorrido dentro de las canciones que tocamos en esta gira, hemos hecho un setlist muy de verano. No tocamos todo el disco entero, tocamos ciertas canciones y hacemos un repaso a todos los discos anteriores, incluso a canciones que teníamos un poco olvidadas, más de fiesta. Dejamos un poco esa gira de teatros que era un poco más seria para volver a la verbena, a la fiesta, que es lo que más nos gusta dentro de las posibilidades que hay.

El tono de esta nueva gira se sale un poco del de este último disco, más maduro y serio.

Sí, es un disco menos fiestero, menos para ponerte mientras estás de fiesta. Creo que, por el momento en el que estamos, y por el momento en el que estaba yo cuando escribí esas canciones, era lo que me apetecía hacer, y el disco que queríamos hacer, pero, de cara a los conciertos, sí que vamos a intentar volver a la seña de identidad de Taburete: la fiesta, la diversión y el desparrame.

¿Tanto infinito se ha convertido, de algún modo, en una metáfora de una pandemia que se alarga?

La verdad es que sí. Parece que es la historia de nunca acabar, te metes en Twitter y es un poco frustrante, parece que con la vacuna todo iba a empezar a cambiar, pero parece que no. El número de fallecidos es pequeño, pero hay muchos contagios. Esperemos que acabe rápido, pero no tiene muy buena pinta.

Están grabando una serie sobre esta gira. ¿Será para todos los públicos?

Sí. Un día vi a nuestro bajista, Cráter, con una cámara de súper 8, y dije “Coño, el proyecto de la bruja de cráter”, y a partir de ahí decidimos hacer una especie de documental de todo lo que se pueda ver de la gira, así que sí, en este caso será para todos los públicos. Creo que es divertido ver todo lo que no se ve de lo que rodea los conciertos: los viajes, las habitaciones, y todo lo que no se sabe de esos dos meses en los que prácticamente no pasamos por casa.

Hablábamos de ese disco más maduro. ¿Qué queda de los rebeldes inicios?

La actitud sigue siendo la misma que cuando empezamos. Quizá es todo un poco más tranquilo, porque cuando empiezas te pilla todo de golpe y te vuelves un poco loco, pero ahora está todo más asentado. En el espíritu seguimos siendo los mismos. Pensando en el futuro de Taburete y en las cosas que vamos a sacar, que empezaremos a grabar cuando acabe la gira, volvemos en parte a los inicios. Vamos a combinar un poco: la idea que tenemos es seguir la línea parecida a este último disco, haciendo lo que queramos hacer, aunque sea lo menos comercial del mundo, y si nos apetece hacer un vals con orquesta, lo hacemos, y a lo mejor sacar singles más fiesteros, más de radio. Caminos que van juntos, pero diferenciando lo que sale del disco con lo que sale más independiente.

Una de sus quejas más recurrentes es la de que la crítica no siempre se porta bien con el grupo. ¿Piensan que se les ha juzgado mal desde un principio?

Sí, puede que al final a mucha gente le haya jodido que hayamos triunfado, éramos carne de chiste o de meme. La gente que hacía los chistes ahora ve que seguimos aquí, que llenamos el Palacio de los Deportes, que hemos sido nominados a un Grammy. Esa gente nunca va a reconocer ciertas cosas. Entiendo al oyente que no nos traga, pero por el lado de la prensa, hemos sentido indiferencia, o directamente el no hablar de lo que hacemos. Realmente, nos da igual. Las cosas nos siguen yendo bien, las entradas se siguen vendiendo, tenemos un público que nos quiere. El que no quiera entrar, pues ya está.

¿Qué es peor, una mala crítica o la ausencia de crítica?

Yo, con este último disco, que sé que sinceramente es un disco mejor que los anteriores respecto a todo, me sorprendí al ver que no había crítica en ningún lado. Donde normalmente nos hacían críticas malas, en esta ocasión no hacían crítica de este disco. Es una buena noticia, eso es que no han tenido nada malo que decir.

¿Les molesta alguno de los estereotipos que se les achacó en un principio? El tema de adscribir a su público a una determinada ideología o nivel de vida, ¿fue así alguna vez, ha cambiado?

No es que nunca fuera así. Es verdad que nosotros empezamos haciéndonos famosos en Madrid, dentro de un público pijo, el origen es ese, pero creo que es evidente que ha roto cualquier tipo de barrera ideológica, aunque creo que nunca tuvo. Otra cosa es que nosotros hayamos hecho alguna manifestación de algún tipo, pero en cuanto a lo de los pijos, eso fue al principio, pero creo que a Taburete lo escucha un montón de gente diferente, que no está cerrado a ningún tipo de público. Nunca lo estuvo, en realidad.