La maleza se adueña de la Casa das Cunchas, el último reducto de los Franco en Meirás
Esta singular vivienda extramuros, que no fue reivindicada por el Estado en su demanda, languidece sin uso a pie de la carretera | El BNG insta al Estado a reclamar su titularidad

Una pareja posa en 1961 frente a la casa original y el antiguo hórreo. | // CARLOS BABÍO / Antares Pérez
Fue la parcela de Meirás que más se le resistió a Francisco Franco y es, paradójicamente, la única asociada a este conjunto histórico que continúa hoy en manos de los herederos del dictador. La maleza se ha adueñado de la conocida como Casa das Cunchas, una antigua vivienda agraria que fue reconvertida en casa de los guardias durante la dictadura.
Esta singular edificación extramuros debe su nombre al curioso recubrimiento con conchas de vieira de una de las fachadas, idea que partió supuestamente de la esposa del dictador, Carmen Polo, según recogen las crónicas de la época.
El estado de abandono de la casa y el hórreo anexo llama la atención al doblar la carretera que discurre a orillas del pazo de Meirás. La maleza, que campa a sus anchas y ya oculta parte de vivienda, contrasta con los cuidados jardines de As Torres que se divisan al fondo.
La Casa das Cunchas se erige ahora como una anomalía, un islote de los Franco a los pies del pazo que la Justicia ha devuelto, aún provisionalmente, al Estado. Los historiadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo dedican un capítulo de su libro Meirás, un pazo, un caudillo, un espolio a rescatar la historia de esta vivienda, que también salió a relucir en el juicio por la titularidad de As Torres aunque la demanda de la Abogacía del Estado se limitaba a los terrenos intramuros.

Estado actual de la Casa das Cunchas, rodeada de maleza. / Antares Pérez
Según relatan estos dos investigadores sadenses, que declararon como peritos en la vista por el pazo de Meirás, esta vivienda no pudo ser incorporada en 1938 al patrimonio del dictador porque su propietario se encontraba en aquel momento en Estados Unidos: “Pese a los esfuerzos realizados, no fue posible en aquel momento conducir a este hombre, Manuel Portela, ante un notario para firmar la venta de su propiedad, como hicieron el resto de propietarios, forzados a desprenderse de sus fincas”, recoge el libro que sentó las bases para la reivindicación de As Torres.
Disuelta ya la Junta Pro Pazo y con el propietario de regreso en Sada, la parcela será adquirida por otros métodos por la Casa Civil con la intermediación del por entonces alcalde de A Coruña, Sergio Peñamaría de Llano, que ofreció a su dueño otra casa a cambio, cuya construcción asumió la Comandancia de Obras. El libro recoge parte de la correspondencia entre el secretario particular de Franco, Ricardo Catoira, y el por entonces regidor coruñés, que da cuenta de las dificultades para hacerse con la vivienda por la resistencia del dueño, Manuel Portela.
En noviembre de 1963, la familia Franco consigue su objetivo: “En vista de que aquel señor no salía de su juego de ‘para alante y para atrás’ (más para atrás que para alante), le señalé una fecha tope para que se fuera, y me obedeció”, relataba el regidor al secretario de la Casa Civil en una misiva. Pocos días después, Catoira trasladaba por escrito a Sergio Peñamaría de Llano el agradecimiento de Carmen Polo: “Me encarga que te haga presente las más sinceras gracias por la favorable resolución en el asunto de la casa de Meirás y todas las molestias que te ha ocasionado el propietario, por lo difícil que es tratar con él y que gracias a tu discreción y tesón lo has logrado al fin”, puede leerse en una misiva que atesora el Fondo de la Casa Civil del Jefe del Estado.
La antigua casa de Manuel Portela fue inscrita a nombre de Francisco Franco por Ricardo Catoira y pasó a utilizarse como vivienda de los guardias. En 1975, la Comandancia de Obras realizó una reforma integral, en la que invirtió 3.541.044 pesetas, según la documentación recuperada por Carlos Babío.
La reforma modificó totalmente el interior y exterior de esta antigua vivienda agraria. Finalizada la actuación, una de las fachadas fue revestida con conchas de vieira. Una crónica posterior de El Ideal gallego atribuía este singular adorno a la esposa del dictador: “Doña Carmen Polo aprovechó esta ocasión para darle un destino a un amplio stock de conchas de vieira que había acumulado”, recoge el reportaje. Esas conchas, según detallaba el diario, “fueron un regalo del gobernador civil de Pontevedra, que conoció el interés de la entonces primera dama española por las casa que en las Rías Bajas gallegas cubren sus medianeras con la concha plana de la vieira”. El antiguo hórreo fue sustituido por uno de piedra “que fue traído al pazo desde la provincia de Pontevedra”.
La Casa das Cunchas está catalogada por el plan general. El documento urbanístico recogió inicialmente su adquisición mediante expropiación para su reconversión en centro social, pero el Gobierno local renunció finalmente a esta previsión tras manifestar su rechazo el BNG, que alegó que supondría un “repago por un expolio”.
La vivienda continúa en poder de los Franco y languidece a pie de carretera tras años sin uso. Los nacionalistas han instado en varias ocasiones al Estado a interponer una acción reivindicatoria para hacerse también con esta porción de terrenos extramuros, aunque de momento el Gobierno no ha movido ficha. La titularidad del pazo de Meirás, que el juzgado de primera instancia y la Audiencia Provincial han devuelto al Estado, está todavía pendiente de lo que determine el Tribunal Supremo.
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