Son apenas veinte metros, un pequeño oasis visual en el tupido muro de eucaliptos que oculta desde hace años las vistas de A Espenuca. Por esta brecha en la espesa cortina de mirtáceas penetra ahora la luz y también tímidos rayos de optimismo: “Nos permite ver lo que hemos perdido y lo que podemos recuperar”, resume Fernando Bandín, presidente de la Fundación Fragas do Mandeo, la entidad de custodia del territorio que en las últimas semanas ha eliminado los eucaliptos de dos de las parcelas que adquirió para intentar devolver las vistas y el arbolado autóctono a este monte de Coirós.

Trabajos de retirada de los eucaliptos. L.O.

No fue un trabajo fácil. Los voluntarios retiraron los ejemplares más finos, pero tuvieron que recurrir a maderistas experimentados para eliminar los eucaliptos de mayor grosor, de hasta 75 centímetros de diámetro y 27 metros de altura, en una ladera con una pendiente media del 76%. Un trabajo duro que mereció la pena: A Espenuca vuelve a mirar al Chelo, al curso bajo del Mandeo y a Santa Marta, en Bergondo, que se divisa al fondo.

En este pequeño mirador que los naturalistas han reabierto justo en la última curva del monte antes de desembocar en O Picoto hay plantado ahora un cartel con un suscinto mensaje. Más bien, una invitación. Fragas do Mandeo explica su trabajo y sus objetivos e invita a los propietarios a contribuir a ensanchar esta atalaya natural con la venta de sus parcelas.

Vistas desde A Espenuca tras la tala de dos fincas ejecutada por Fragas do Mandeo L.O.

El Concello de Coirós hizo requerimientos a los dueños de terrenos para que liberasen de eucaliptos la franja de 50 metros desde la carretera. De momento, con escaso éxito: “Los únicos que hemos cumplido somos nosotros”, explica Bandín, que relata que negociaron sin resultado la compra de una de las fincas anexas a las suyas y que no pudieron localizar al propietario de la otra. La Iglesia, titular de gran parte de las fincas de la cima, ha rechazado las ofertas de compra: “No aceptaron nuestro precio porque entendían que valían más”, lamenta este naturalista, que destaca que los eucaliptos colonizaron de forma espontánea el monte y que estos abruptos terrenos son ahora “una carga”: “Tienes que pagar para que te saquen el eucalipto”, afirma.

Fernando Bandín, de espaldas a las recuperadas vistas de A Espenuca tras la eliminación de eucaliptos. LO.

Debido a la proliferación de esta especie y otras invasoras como la acacia negra, A Espenuca solo conserva de mirador el nombre. “Es una trampa para turistas”, resume Bandín. Y es que a pesar de que Turismo de Galicia y el Concello de Coirós porfían en promocionar en sus web esta atalaya que , presumen, “permite ver el paseo del Mandeo sobre el lugar de Chelo y gran parte de la comarca”, lo cierto es que As Mariñas solo se intuyen en las escasa aberturas en la tupida red arbórea.

Bandín, sentado en uno de los bancos instalados en A Espenuca para disfrutar de las vistas, totalmente cubierta por eucaliptos L.O.

Nada que ver con las vistas que A Espenuca brindaba al turista en los años cuarenta, cuando la Diputación ejecutó la carretera que conduce a O Picoto e inauguró el mirador, que la prensa de la época ensalzaba por su “belleza extraordinaria, solo comparable con la del Cañón del Colorado”. La atalaya, con su ermita del siglo XII, a cuya santa se encomendó Emilia Pardo Bazán para tener descendencia, y que sirvió de inspiración a artistas como José Seijo Rubio, ha conocido tiempos mejores.

Fotografía antigua de las vistas desde el mirador de A Espenuca, con su singular campanario L.O.

A lo largo de los años, han sido numerosas las demandas e iniciativas políticas y vecinales para recuperar este mirador, “una de las referencias más destacadas del municipio de Coirós”, en palabras del historiador local Manuel Fiaño.

Eucaliptos que tapan ahora las vistas en el entorno del campanaria. L.O.

La falta de avances no desespera a los voluntarios de Fragas do Mandeo, que trabajan también en la recuperación de las parcelas de bosque que les cedió el Concello de Coirós en A Espenuca y que compaginan las labores de restauración ecológica y reforestación con la de eliminación de vertederos incontrolados. En su última incursión, retiraron una lavadora, un televisor y restos de un vehículo.

Restos de una lavadora que retiraron los voluntarios del monte junto a otros residuos. L.O.