La Opinión de A Coruña

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Las secuelas del ladrillazo: la urbanización que consumió la edificabilidad de una aldea

A la venta por 432.000 euros la urbanización fantasma que agotó las licencias de una aldea de Bergondo

Bergondo impidió edificar al propietario de una finca porque con esta promoción gestada en plena fiebre del ladrillo en A Campiña se alcanzó el tope que fija el planeamiento en vigor

Urbanización abandonada de A Campiña, en Bergondo. | // LA OPINIÓN

Una carretera serpenteante conduce desde la AC-164 a la aldea de A Campiña. La vía, flanqueada por eucaliptales, desemboca de golpe en una urbanización semiacabada que desentona totalmente con el resto de edificaciones de este pequeño núcleo rural bergondés de poco más de treinta casas.

Se trata de una promoción de ocho viviendas construida en plena fiebre del ladrillo y que el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó en los huesos.

La promotora, Promogeser, con sede en Madrid, se declaró en concurso en 2010 tras vender las viviendas sobre plano, las obras quedaron paralizadas sine die y las casas, que no llegaron a escriturarse, pasaron con el tiempo a engrosar los activos de la Sareb, popularmente conocido como el banco malo.

La caída en desgracia de esta urbanización provocó un pequeño terremoto, con denuncias públicas de compradores que afirmaron que el promotor se había dado a la fuga con sus anticipos, aunque no han trascendido cargos ni condenas por este motivo y vecinos de la aldea sostienen ahora que fue una “historia más de quiebra por la crisis”.

Viviendas a medio construir de la urbanización de A Campiña

Las viviendas están en manos de la Sareb desde 2016 y Haya Inmobiliaria oferta ahora seis de las ocho por 432.000 euros.

La urbanización, parcialmente oculta por la vegetación, dejó también damnificados por el excesivo consumo de suelo.

Y es que este complejo residencial fantasma agotó las licencias del núcleo tradicional de A Campiña que permite el planeamiento urbanístico en vigor en Bergondo: las normas subsidiarias de 1992. Así se lo notificó el Concello por escrito a un particular, natural de esta aldea, que al poco de estallar la pandemia inició los trámites para construir una casa en una parcela de su propiedad que, a priori, cumplía los requisitos.

El departamento de Urbanismo hizo trizas su sueño de un apacible retiro en su aldea natal con un informe que concluye que su finca no será edificable hasta que se redacte un plan especial con la ordenación detallada del núcleo dado se ha superado el número máximo de nuevas viviendas permitidas desde la aprobación de las normas.

El tope eran 17 y se han concedido 18 licencias sumando las ocho de Promogeser “actualmente paradas y en estado de abandono”, concluye Urbanismo, que tramita actualmente el primer PXOM del municipio, sin plazos para su aprobación.

La historia de esta malograda urbanización deja varios interrogantes por despejar, como el hecho de que el banco oferte seis viviendas a pesar el sector está formado por ocho o los motivos por los que, según el informe, se concedió un permiso más del que amparaban las normas.

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