Ale Rosende compuso su primera canción hace cinco años. No se lo contó a nadie, ni siquiera a su mejor amigo, cogió 50 euros que tenía ahorrados y se los gastó en editarla en un estudio de grabación: “Buff, es horrible, volví a ver la letra el otro día y pensé: ‘Madre mía, qué horror’”, cuenta risueño este joven apasionado de la música urbana que aún hoy se niega a desvelar el nombre y la letra de ese primer tema descartado.

El trap, el reguetón y el hip-hop se convirtieron en su válvula de escape, en su bálsamo después de que una grave lesión le alejase del campo de fútbol cuando comenzaba a despuntar, a despertar el interés de algunos equipos: “Tenía el sueño de llegar a ser algo en el fútbol, pero todo pasa por algo, eso hizo que me concentrase en la música.”, dice. Y lo cierto es que Ale ha sabido sobreponerse de ese desafortunado traspiés. Con solo 19 años, este sadense que se declara admirador de Bad Bunny, Lil Dicky, Jhay Cortez, Drake o C. Tangana, ya sabe lo que se siente al ver al público corear una de sus canciones o al recibir una foto de una mesa decorada con la letra de una de sus canciones (Bandida). Y no solo eso. Hoy, Ale Rosende ofrecerá un concierto en los festejos patronales de su pueblo. “Tocar en las fiestas de Sada era una meta a largo plazo y flipo con haberlo logrado tan pronto, aún no me lo puedo creer”, afirma.

Ha compuesto ya una decena de temas que desgranará hoy en el Día da Xuventude, tres de ellos a dúo con ByNick, amigo desde la infancia y coautor de tres de las canciones. El concierto comenzará a las diez de la noche y los nervios empiezan a dejarse notar, admite. “Voy toda la tarde al estudio a preparar bien la sesión, a ver qué sale...” . Cruza los dedos.

Hasta ahora, sus experiencias en el escenario han sido positivas. Y aguarda que siga la racha. Dio su primer concierto en La Sociedad de Sada en abril y confiesa que la reacción del público, que coreó uno de sus temas más populares, Corazón partido, hizo que se le saltasen las lágrimas, . En su último recital, en la Sala Ruido, en Ferrol, junto a ByNick, sintió la presión de enfrentarse a una sala abarrotada. “En el camerino estaba cagado, quedaban dos minutos y dije: ‘yo no salgo’”, reconoce. Fue un pánico pasajero. “Ya en el escenario entré como en trance, una vez que estás arriba te lo pasas genial”, cuenta.

Sabe que abrirse camino en el mundo de la música no es fácil. Compagina su pasión con las clases de Comercio y Marketing y este verano probará suerte en varias discográficas. Cuenta con el apoyo incondicional de su familia, que le inculcó desde niño el amor por la música, y también con el de sus amigos, sus “mayores críticos”, bromea. Sus allegados no solo lo apoyan, colaboran con él en la edición de los vídeos musicales y le sirven de fuente de inspiración para algunos de sus temas, como en que se pone en la piel de una chica y que compuso al hilo de la experiencia de una amiga.

Hoy, viernes 12 de agosto a a las 22.00 horas, este joven cantante y compositor se subirá al escenario instalado en el entorno de La Terraza y tocará temas como Dile que volví, De Día o Corazón Partido. “Me gustaría que sintiesen lo que yo siento cuando escucho a Bad Bunny”, confiesa y sonríe con timidez.