Los amantes de la romería tradicional surcaron de nuevo el Mandeo con sus embarcaciones engalanadas para la ocasión y disfrutaron de una comida campestre en compañía de familiares y amigos. Y los que buscaban algo más de juerga volvieron a medirse con sus pistolas bien cargadas de vino.
Tras dos años de restricciones por la COVID-19, Os Caneiros volvieron a abarrotarse en la primera jira. El tiempo acompañó y el campo se llenó hasta la bandera de jóvenes que volvieron a tintar sus camisetas de morado al ritmo de música que por momentos eclipsó la de la charanga de charangas NBA y DGT.
Las dos caras de Os Caneiros convivieron, aunque con algunas tiranteces, en una jornada sin apenas incidencias en la que, diferencias aparte, todos celebraron la vuelta a la normalidad.
“Lo pasamos genial, es una alegría que se pueda volver a celebrar”, cuentan Cristina Villaverde y Maruchi Rey. A bordo de Canfurneira, estas dos betanceiras disfrutaron con amigos y familiares de otra comida mecida por el Mandeo. Y ya van 35.
En el campo, los jóvenes se lo pasaban en grande, con menos chapuzones al río que en otras ocasiones para alivio de los efectivos de emergencias desplegados en el punto.
A las 20.30 horas, tras los últimos acordes de las charangas, las lanchas pusieron rumbo a Betanzos. Al anochecer, los más rezagados abandonaban el campo, la mayor parte, con sus camisetas hechas jirones. “Hubo muy buen rollo, una fiesta genial, como siempre”, comentaba Paula Ferrer, betanceira que se disponía a cambiarse para ir al globo.
Protección Civil destaca que fueron unos Caneiros “muy tranquilos” sin apenas incidencias, más allá de un esguince y una indisposición.