La vida tras caer la torre de la central de Meirama
“Era un vecino más”, dicen los residentes del entorno al recordar la estructura demolida
El pasado 21 de diciembre decenas se congregaron en los alrededores de la antigua central térmica de Meirama, en Cerceda, para presenciar de primera mano el derribo, mediante una voladura controlada, de la torre de refrigeración, de 126 metros de altura. Entre ellos estaba un pequeño grupo de vecinos que no solo estuvo pendiente de la caída de esta estructura, sino de las casas que se sitúan en los alrededores, en el lugar de A Lousa, y que quedaron dentro del perímetro de seguridad ante posibles daños.
Uno de los residentes que tiene su vivienda al lado de la central es Víctor Amor, que asegura que la torre que pasó a la historia “no molestó nunca” y que “era un vecino más”. En su caso, además, asegura que llegó a participar en las obras para la construcción de la base de la torre hace más de 40 años. A su lado reside Manuel Barbeito, que señala que nunca percibió molestias. “No nos hacía mal ninguno”, indica. Lo que sí confiesa es que en el momento en el que estallaron los explosivos sintió “miedo” al ver desplomarse la enorme estructura, con su casa tan cerca. Al volver a su propiedad se encontró todo tal y como lo había dejado, según relata. No hubo problemas. Barbeito también asegura que la antigua térmica dio mucho trabajo a la gente de Cerceda y a muchas otras personas que venían de fuera. De hecho, él mismo llegó a ser operario en la mina que se estableció en la parroquia de As Encrobas.
¿Qué piensan los vecinos de los alrededores sobre que haya desaparecido la torre de refrigeración? Dolores Rodríguez responde que no le “pareció mal ni bien” porque ya estaba habituada a convivir con ella tras más de 40 años. “Estábamos acostumbrados”, afirma. El único inconveniente, que según ella se producía, era el “ruido” cuando la central estaba operativa, pero ya hace dos años dejó de funcionar.
La torre de refrigeración pasó a la historia el pasado 21 de diciembre. Pocos minutos después de las tres de la tarde, los operarios de la empresa contratada por Naturgy pusieron en marcha el detonador y la estructura cedió en apenas diez segundos. Decenas de vecinos y curiosos se acercaron a las proximidades para contemplar este momento, en lo que se convirtió en una especie de romería.
Naturgy detalló que la construcción de hormigón armado estaba sustentada “sobre 54 pilares” en forma de V y representaba “un volumen de unos 648.000 metros cúbicos y un peso de más de 10.000 toneladas”. Para minimizar el polvo que podía provocar el colapso de la torre, se dispuso “un sistema de cortinas de agua circundando la construcción”.
Además de este derribo se procedió a la voladura de los dos silos de cenizas, de 34 y 44 metros, respectivamente, así como del silo de escoria.
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