Caión homenajea y presume de la labor de sus pescantinas
Maruja y Josefa, dos pescantinas de toda la vida, protagonizan el último mural de las superabuelas de Yoseba MP, que unió dos fotografías y realizó un importante trabajo de campo con el fin de retratar y darle valor a este oficio tradicional

El muralista Yoseba MP con la obra de Caión. / Germán Barreiros/ Roller Agencia
Redacción
Maruja y Josefa tienen 100 y 82 años respectivamente. Las dos son de Caión y las dos dedicaron gran parte de su vida al mar. Pescantinas casi de nacimiento, muchos vecinos y vecinas de la localidad todavía las recuerdan salir del muelle con el pescado en la cabeza camino de Carballo, Arteixo y hasta A Coruña para vender las provisiones del día. «Son históricas, mujeres duras», asegura Carlos Morgade, el hijo de Josefa, que siente un gran orgullo de que tanto su madre como Maruja estén retratadas en uno de los edificios más visibles de la localidad, justo en la entrada a la villa, con el mural del artista cambrés Yoseba MP.

Fotografía original de Josefa. / Marcos Rodríguez
La mujer que aparece en primer plano es Josefa, una larachesa «de tomo y lomo», como indica su hijo, que cuenta que al igual que Maruja y gran parte de mujeres de la zona, dedicaron su vida entera a trabajar. «Limpiaba el pescado y lo llevaba a donde hiciese falta, también trabajó en varias fábricas relacionadas con el mar de A Coruña», señala el menor de cinco hermanos que se criaron viendo a su madre salir cada día a «buscarse la vida». Y la imagen del mural de Yoseba MP muestra muy bien la esencia de esas labores.
El artista empleó una instantánea del fotógrafo carballés Marcos Rodríguez, que lleva muchos años retratando la labor de pescadores y pescantinas de la Costa da Morte y sus alrededores. «Se la hice en 2011, me enseñó y explicó el trabajo que hacía allí y aún echamos una buena parrafada», recuerda el fotógrafo, que realizó esta imagen en su momento para el trabajo Mar de Caión. Una imagen con la que conseguiría más tarde una nominación a los Premios Quijote. «Cuando la cedí para el mural no quise cobrarla, porque para mí es muy gratificante que mi foto esté al lado de sus protagonistas», dice el carballés, que cree que este retrato, incluido en su libro Finisterrae, es «una forma de empoderar el oficio y el trabajo de tantas y tantas pescantinas».
Proceso artístico
Maruja era otra de las más míticas de Caión. Para muchos todavía es conocida a día de hoy como A Bichola. Un apodo que le viene dado por su agilidad y rapidez vendiendo el pescado. «Era la última que salía de Caión con el pescado y la primera en llegar», relata el pintor, que charló con vecinos y allegados para conocer la historia de Maruja a través de sus relatos. En su caso, la fotografía que empleó para el mural fue cedida por el Concello de A Laracha, realizada por Antón, un vecino del municipio. «Hice un mix con las dos imágenes que tenía y al final salió este mural, que a pesar de ser similar a otras suberabuelas que tengo, es muy distinto al resto por todo el proceso que hice hasta llegar él», asegura Yoseba, que al no poder hablar con las protagonistas debido a su estado de salud, tuvo que conocer su historia a través de otros.
«Cuando estaba pintando apareció el hijo de Josefa, y hablar con él me ayudó mucho en el proceso de creación, porque para mí es importante tener datos sobre las personas a las que pinto», indica Yoseba, que intentó mantener la esencia de las fotografías que recibió, ambas en blanco y negro. «Solo decidí darle un punto de color al pinto de Josefa, pero no quería diferir en exceso del trabajo anterior, a pesar de que yo las uní en una misma obra», sostiene.
Un trabajo que llegó hasta la India
Ellas son las dos nuevas heroínas de mandil a cuadros que este conocido artista ha sacado del anonimato para reivindicar a las fenómenas del rural dentro de su proyecto conocido con el mismo nombre. «Llevo más de 20 mujeres gallegas retratadas desde 2016», asegura el cambrés, autor de obras como A greleira de 50 pés en Ordes, Fina de Carballo, a muller nitromón o Soledad, a Poppins do Sar en Santiago.
«La semana siguiente a terminar el mural de Caión me fui a La India a hacer un mural de una supermadre», cuenta el muralista, que viajó hasta allí para hacer un trabajo con mujeres viudas que, en palabras del autor, «no distan tanto de la situación que vivieron muchas mujeres del rural gallego en el siglo pasado». Por ese mismo motivo accedió a hacerlo. «Si me llamasen para ir a Barcelona no le vería sentido, porque su realidad es muy distinta», afirma el cambrés, que espera seguir retratando a muchas más mujeres como Maruja y Josefa, esas que dejaron un legado difícil de olvidar.
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