Un molino de 150 años busca nuevos dueños en Cerceda por 900.000 euros

El ingeniero madrileño Emilio García tiene a la venta esta histórica edificación, situada a los pies del río Anllóns, para quien desee hacerse «con este paraíso», que fue rehabilitado por él mismo en 2005 y que actualmente es empleado como vivienda de uso turístico durante todo el año

Un molino de 150 años busca nuevos dueños en Cerceda por 900.000 euros

Iago López

Cerceda

Desde que pisó Galicia, Emilio García tuvo claro que haría «cualquier cosa por vivir en este paraíso». Este madrileño, con padre natural de Cuenca y madre de O Barco de Valdeorras, llegó a la tierra de su familia materna a principios de siglo, y , al poco de llegar, se hizo con un histórico molino de agua a orillas del río Anllóns en el municipio de Cerceda que para él es como un hijo. En él vivió cinco años, y, aunque actualmente lo emplea como vivienda de uso turístico, el madrileño ha decidido ponerlo en venta por 900.000 euros en la plataforma inmobiliaria Idealista.

Emilio García en su vivienda de Cerceda.

Emilio García en su vivienda de Cerceda. / Iago López

«Igual hay algún loco que se encapriche de él, como hice yo en su momento», declara Emilio García, que se hizo con el molino en 2005. «Cuando llegué ni siquiera se veía la casa ni el río. Eran todo escombros», dice el ingeniero informático, que cuenta que lleva muchos años investigando los orígenes de esta edificación, con más de 150 años de historia, que llevaba 14 abandonada cuando él la recuperó.

«Soy un enamorado de Galicia, y en cuanto vi la oportunidad de rehacer esta casa en este entorno no pude rechazar la oferta», dice el madrileño. Situada en una parcela de 7.500 metros cuadrados, el antiguo molino reconvertido en vivienda de uso turístico se divide en dos plantas con cuatro habitaciones y cinco baños con 250 metros cuadrados útiles con chimenea, calefacción y vistas a la cascada del Anllóns.

«Solo conserva tres rodicios y cinco piedras del molino. Es una pena que destruyesen todo los que se hicieron con él anteriormente, porque es una joya», asegura el madrileño, que dice que la construcción es conocida por los vecinos como El Molino de Juan y O Rego das Lavandeiras, puesto que en estos lugares se reunían antiguamente los vecinos para lavar la ropa, haciendo de los molinos un lugar de encuentro.

El ingeniero recuerda que pasó «muchísimo trabajo» desbrozando y reconstruyendo la edificación. «Cuando llegué era todo pura silva», cuenta el propietario, que dice que le «hierve la sangre» al pensar que ningún propietario ni administración pública veló por mantener la histórica infraestructura. Él asegura que desde que se hizo con el molino respetó las medidas de patrimonio al 100% y que no tienen cerrado el camino al tratarse de dominio público hidráulico. Él mismo reconoce que el entorno recibe visitas de diversas asociaciones y excursionistas, y que esperan que, de haber algún interesado en hacerse con la vivienda, siga su misma filosofía.

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