La ciencia tras un fuego verde, en O Burgo

Aprender a elaborar un bálsamo labial con alumnos del instituto Afonso X O Sabio de A Barcala o probar a comunicarse a través de dispositivos electrónicos solo con la mirada gracias a la Federación Galega de Enfermedades Raras e Crónicas, opciones que reunió la feria Cullercencia este sábado en la explanada del paseo marítimo

Culleredo

Igual que el DNI identifica a las personas, los metales tienen un número de protones que permite distinguir a unos de otros. Y esa identidad se revela a través de los colores que cada uno desprende al arder. Si es verde y luego azul celeste, es cobre. Si rojo agranatado, litio. Si es boro, verde. Si zinc, naranja, como las llamas comunes. «Sirve para saber qué está ardiendo en un fuego», explica Javier Corral junto a su compañero Román Fernández en el puesto de la Sociedade Xuvenil Galega de Química (SXGA) instalado en la feria Cullerciencia del paseo marítimo de O Burgo este sábado. Junto a la llama, un sencillo bote de acetona, vendido como quitaesmalte de uñas, sirve para demostrar la enorme cantidad de aire que contienen los polímeros, clave de su idoneidad para embalajes para aislar materiales frágiles de posibles impactos.

La feria, que alcanza su séptima edición, contó con 36 puestos de 26 entidades y reunió por primera vez a todos los centros educativos del concello de Culleredo, asegura el Ayuntamiento. Uno de ellos, el instituto Rego de Trabe, ofrecía proyectos tan entretenidos como un «cubo mágico» que les permitía «adivinar» el día de nacimiento de las personas con solo responder sí o no a si la cifra figuraba en cada una de las caras de un cubo en el que habían colocado los números correspondientes a las potencias del dos. Al sumar el primero de los números de las caras en las que sí aparece el día de nacimiento de una persona, lo saben, explicaron Julia López y Daniella Taibo, que cursan 1º de ESO.

En el colegio Isaac Díaz Pardo, recrearon diversas atracciones, como un barco pirata o una noria. Para las «tazas tolas», los chicos emplearon cartón, una batería, un motor, rodamientos y palos gruesos de madera, explicó uno de sus creadores, Ezra Maroño, de 5º de Primaria. Utilizaron una pistola de pegamento, silicona fría y un cúter para cortar el cartón. «Tuvimos un problema con el motor porque no soportaba el peso de las sillas», explica Maroño, quien explica que lograron solucionarlo. También buscaron solución al hecho de que el compás no alcanzaba para la superficie circular que servía de base.

En el Sofía Casanova, asistentes intentaban concentrados lograr ganar una carrera entre dos coches que debían empujar sin tocarles gracias al efecto rechazo de polos iguales de imanes. Y, al lado, un mapa de Galicia encendía una bombilla cuando se lograba emparentar con éxito una zona con el hombre del parque natural correspondiente. En el recinto, además, retransmitía por Twitch la radio escolar del colegio plurilingüe Ría do Burgo. Al mediodía, participó el profesor José Viñas, principal impulsor de otra destacada feria vecina: la Open Science de Cambre.

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