La Ruta del Bakalao encontró un desvío en O Quinto Pino

El núcleo arteixano albergó en los años 90 la discoteca Help, considerada un «referente» para los amantes de la música techno, y a su vez una «pesadilla» para algunos de sus vecinos por las redadas policiales y el «jaleo» que ocasionaba en esta pequeña localidad de Pastoriza de poco más de 300 habitantes

Vista actual del edificio donde se encontraba la discoteca Help  | |  GERMÁN BARREIROS/ ROLLER AGENCIA

Vista actual del edificio donde se encontraba la discoteca Help | | GERMÁN BARREIROS/ ROLLER AGENCIA

Arteixo

«O Quinto Pino fue la la cuna del techno para muchos coruñeses». Es lo primero que se le viene a la mente a Germán Fraga, un vecino del concello de Arteixo, al recordar la discoteca Help en O Quinto Pino, un local que él, al igual que muchos otros amantes de la música techno, frecuentaban en los años 90.

«La música no dejaba de sonar, daba igual que fuese de día o de noche», dice el propietario del único bar de O Quinto Pino, Emilio Pereiro, que afirma que la estancia de la Help en el núcleo fue «breve pero intensa», ya que los asistentes «se hacían notar».

Y es que la discoteca Help fue el punto de encuentro de cientos de «techneros» de toda Galicia y hasta de Asturias en los años 90, cuando la Ruta del Bakalao encontró desvíos provisionales en diferentes lugares de toda la geografía española, entre ellos O Quinto Pino.

A quince minutos en coche de A Coruña, la discoteca se hallaba en el edificio que albergó anteriormente un club de alterne que más tarde pasaría a dar nombre al topónimo de la propia localidad arteixana, y que actualmente es uno de puntos de la asociación de inclusión social Remar.

"Llovían sillas por las ventanas del local"

La discoteca abrió sus puertas en 1994, y cerró definitivamente unos tres años después, ya que las quejas vecinales eran frecuentes, en especial los viernes y los sábados. «Era una época en la que se movía mucha droga y esto era una locura», recuerda Emilio Pereiro, que dice que algún día hasta «llovían sillas por las ventanas del local».

«El primer día que fui hubo una redada en el local, y recuerdo que cerró en varios momentos, pero tenía clientes muy fieles porque era la novedad en A Coruña», sostiene Pablo Mariño, un vecino de la parroquia de Pastoriza que dice que la discoteca estaba siempre «a tope» y era «un auténtico desfase».

Productores y djs nacionales como Óscar Mulero o Cristian Varela fueron solo algunos de los artistas que se acercaron a pinchar en varias ocasiones a la sala Help, que albergó decenas de fiestas electrónicas con djs internacionales. «Venía lo mejor de lo mejor, y muchos conocimos lo que era el techno en la Help», asegura Germán Fraga.

Esta pequeña localidad con algo más de 300 habitantes se convirtió durante estos tres años en la segunda residencia de muchos, pero también en «un infierno» para algunos de sus vecinos, ya que el «jaleo» era continuo, según recuerda Susa Roca, que dice que muchos tenían ya preparados los vasos de agua porque la gente «no dejaba de llamar a las puertas de las casas». La población llegaba incluso a duplicarse los fines de semana, cuando los asiduos a Help aparcaban sus coches en las inmediaciones del del núcleo.

«Ya se oía desde la carretera», reconoce Leo Rodríguez, natural de A Coruña, que dice que la primera vez que escuchó un ritmo techno fue en O Quinto Pino. Recuerda el logo de la discoteca, con un ojo agarrado por dos manos, y un grafitti de un monstruo que había dentro. «Lo disfrutábamos mucho por la novedad de la música, pero es cierto que era un descontrol total, y la policía siempre andaba por allí», afirma.

"Estaba la Óxido en Vigo y poco más"

Una discoteca a dos alturas con luces azules que se escapaba de todo convencionalismo, tal y como recuerda Germán Fraga, en la que se reunían más de 200 personas cada fin de semana en busca de unos sonidos que todavía estaban emergiendo en Galicia. «Estaba la Óxido en Vigo y poco más más», añade.

Una época de la que apenas de conservan fotografías, no solo por el hecho de que casi nadie salía con su móvil, sino porque el propio movimiento se caracterizaba por ser crudo y poco glamouroso. Los vecinos dicen que algunos jóvenes daban «verdadero miedo», y que, muchas familias, cansadas del ruido y de la «falta de civismo», presentaron quejas en el Ayuntamiento.

Una ruta que encontró su fin en O Quinto Pino a finales de los 90, cuando la Ruta del Bakalao ya daba sus últimos «coletazos». El final de una «pesadilla» para muchos, y el inicio de un fenómeno social y cultural para otros que empezaron a seguir a sus artistas favoritos por toda la geografía nacional. «Help fue un referente que marcó una época para muchos», sostiene el vecino arteixano Germán Fraga.

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