Cata de chiles picantes en Oleiros: «Creo que mis papilas gustativas ya no están»
La primera jornada del picante en la granja ecológica Lúa do Dexo, en Oleiros, terminó con lágrimas, risas y gargantas ardiendo. Los comensales pudieron catar los 30 chiles más fuertes del mundo, una prueba que superaron con creces

Alba Freijo explica los chiles para la cata, ordenados por nivel de picante. | Casteleiro
Alguno tosía, otro se limpiaba las lágrimas y varias personas pidieron leche o yogur líquido para sofocar el calor provocado por algunos de los chiles más picantes del mundo. En la primera jornada del picante en la granja ecológica Lúa de Dexo una veintena de personas pudieron disfrutar y aprender sobre la cultura y la historia que rodea estos productos.

Fran Gil y Joaquín Pérez reparten las muestras. | Casteleiro
Joaquín Pérez, de la marca de salsas picantes A Factoría do Lume, fue el encargando de ir explicando uno por uno las historias, los sabores y aromas de los chiles, mientras Fran Gil, de Lúa do Dexo iban cortando los pimientos para que los comensales pudieran probarlos. Hacia el final de la cata, cuando ya los comensales estaban más «enchilados», advirtió a los presentes que los últimos y los más picantes eran «menos explosivos que los anterior espero más progresivos», con el calor comenzando más tarde.
Mientras lo servía los comensales, intentaban buscar esas notas más dulces. «No me pica tanto», decía alguno. «Eso es que igual ya estamos muertos», le respondió su compañero.
Entre etapas de picante, los de A Factoría do Lume cocinaron en vivo recetas sencillas para acompañar con sus salsas picantes, como las patatas bravas, lo que daba tiempo a algunos a beber algo para calmar los efectos de los chiles.
La prueba final vino con la cata del Carolina Reaper, el más picante de todos y para el que casi todos pudieron aguantar, aunque con mucha dificultad. «Ha sido mucho mejor de lo que esperábamos, gracias por el aguante», dijo Alba Freijo, de A Factoría do Lume.
Tras superar la prueba, varios de los participantes aseguraron que, aunque lo habían pasado muy bien, tendrían que esperar unos días para poder atreverse de nuevo con el picante.
Entre los más valientes estaban Xoán Fandiño, de 12 años, y Leo Cancela, de 14. «Para mí el peor fue el del hot lemon pepper», admitió Cancela, que añadió que «creo que mis papilas gustativas ya no están». Aunque dice que durante la cata se fue acostumbrando poco a poco a los más extremos le costó cuando llegó al ecuador. «Cogí un trozo grande con muchas semillas y me picó mucho», dice.
De manera similar reaccionó Xoán, que el único que no pudo probar fue el último, el Carolina Reaper. «Es algo muy personal, al final lo que a uno no le afecta a otro sí», indica su padre, que dice que Xoán «lo llevó bien hasta el final, que ya dijo que le picaba tanto que se mareaba».
Al terminar la cata todos los comensales pudieron disfrutar y llevar a casa gratis la salsa picante hecha con los tomates de Lúa de Dexo, elegidos como los mejores de España en el festival de tomate. «Es un regalo para que lo disfrutéis, dentro de poco la comenzaremos a comercializar», afirmó Fran Gil, de la granja.
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