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Entrevista | Iñigo Martínez de Mandojana Psicopedagogo, educador social y formador

«Los adolescentes están más solos que nunca»

«Si la relación es lo que ha dañado, la relación es lo que puede sanar», defiende Íñigo Martínez de Mandojana, que este viernes impartió la charla ‘Profesionales portadores de oxitocina: los buenos tratos profesionales’ en el XII Encontro dos Servizos Sociais Comunitarios organizado por el Consorcio As Mariñas

Iñigo Martínez de Mandojana, este viernes, en Mariñán.

Iñigo Martínez de Mandojana, este viernes, en Mariñán. / Casteleiro

Abegondo

Habla de profesionales portadores de oxitocina. ¿A qué se refiere?

El tema de la oxitocina es entre metáfora y algo real. Es la hormona responsable de la modulación de las conductas destinadas al cuidado y al bienestar de los otros. Cuando somos padres y madres, en principio, venimos destinados a ejercer esos buenos tratos sobre los niños y niñas. Venimos necesitados de relación y, cuando algo falla por diferentes cuestiones, porque la familia está en desequilibrio, situaciones socioeconómicas... y estos niños entran en desventaja social, hacen falta profesionales que cuiden, acompañen y sean empáticos y respetuosos para que puedan generar la rehabilitación que necesitan para tener salud socioemocional. Abordo cómo los profesionales podemos ejercer ese rol de acompañamiento.

Habla de salud socioemocional.

Sí, porque al final los niños y niñas que se crían en contextos de alta vulnerabilidad normalmente su desarrollo se queda muy comprometido en todas las áreas: a nivel físico, social, emocional, escolar, sexual…

¿Cómo se pueden detectar los casos menos evidentes?

Uno de los trabajos que estamos haciendo es cómo detectarlos en la franja de 0 a 2 años. Todavía estamos en el Pleistoceno en esto. En Euskadi se están implementando programas a pediatras, ginecólogos y enfermeras pediátricas para detectar a esos padres y madres que están empezando a establecer una vinculación con los bebés no suficientemente responsiva. Una formación específica podría beneficiar a muchos niños y niñas en esas alteraciones que les van a comprometer cuando tengan 6, 8, 10, 12 años, cuando suelen ser muy nerviosos o lo contrario, se quedan colapsados. O evitar que en la adolescencia empiecen a consumir, a tener relaciones tóxicas o a no salir de casa.

¿Se puede sanar al niño si los padres no quieren cambia nada?

Lo que hacemos es generar relaciones para que se desarrollen, generar contextos para que pasen cosas. Y no estamos para convencer a las familias. A veces están en desequilibrio y pensamos que lo están haciendo mal pero cuando estás en alta vulnerabilidad económica, social, racializada... bastante tienes con sobrevivir. A veces el simple hecho de acompañar a padres y madres en la crianza sin juzgar desbloquea recursos internos que tenemos, que como especie venimos diseñada para cuidar al otro.

¿Alguna clave?

El foco a la persona. La persona va a ser la que va sanar y en todo momento tiene que tener sentido de agencia: yo soy el responsable de mi vida y las cosas que voy a cambiar las voy a hacer yo. Da lo mismo que tengas 0 años ó 99, como le digas a alguien que tiene que hacer una cosa, te va a decir que no. El proceso de rehabilitación se inicia con la relación establecida con un profesional acogedor, con mirada apreciativa, empático, que no juzga, y lo acaba la propia persona. Muchos chavales con los que hemos trabajado 4 ó 5 años vienen 10 años después y recuerdan ese proceso y nos cuentan que están trabajando no sé donde… Este proceso a veces es como cuando hacían las catedrales antiguamente, que empezaba un ingeniero o un arquitecto y no acababa de verlo. Y si queremos que las personas cambien o vayan a algún otro sitio tiene haber sitios a donde ir.

¿A qué se refiere?

Hay muchas madres víctimas de violencia machista que, de lo aterrorizadas que están, sus hijos e hijas son víctimas también de esa violencia. Para cambiar tiene que tener un sitio donde poder ir.

¿Que se puede hacer desde las entidades locales?

Sobre todo, apostar por la promoción, porque hasta ahora veníamos trabajando desde el déficit, desde la intervención y, luego, la prevención. Yo quiero promoción, políticas que promuevan una juventud más sana, con un ocio más óptimo, que las familias sean más responsivas, mejor cuidadoras y más presentes.

¿Estamos muy lejos de llegar ahí?

Sí. Pienso en muchos adolescentes con un nivel de sufrimiento terrible. Cortes, intentos de suicidio, etc. Están más solos que nunca. Pensamos que, como están localizados en todo momento con un teléfono móvil, están suficientemente cuidados y se ha perdido la plaza, la red, sobre todo, de adultos que necesitan. Estos padres y madres que están todo el día trabajando. No se puede digitalizar la relación en el sentido de que todo pase por llamadas de teléfono o whatsapps.

Difícilmente lejos y por pantalla se generará mucha oxitocina.

La pantalla lo que genera es mucha dopamina, que genera mucha dependencia. Es muy complicado luchar contra eso. Pero, desde luego, si los adultos saben estar como lo hacían antes... Lo primero es tener claro que el interés superior es el del niño y la niña. Las políticas tienen que cruzarse con el desarrollo laboral de las madres, que son las grandes sacrificadas en la crianza, y con liberar a los abuelos y abuelas.

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