Abre sus puertas por primera vez el pazo de Illobre, en Betanzos: "De niña no podía entrar por la puerta principal, tenía que ir por la de la cocina"
La antigua casa señorial revive a través de un programa de voluntariado internacional que recuperará la finca y los viñedos | Familiares del antiguo personal de servicio y vecinos participan en un recorrido "exclusivo" organizado por el Concello de Betanzos y la fundación propietaria de esta casa señorial

Así es el Pazo Illobre, en Betanzos / Casteleiro
«De niña no podía entrar por la puerta principal, tenía que entrar por la cocina», recuerda Carmen, nieta de una antigua mandadeira del pazo de Illobre, mientras traspasa el umbral de esta casa señorial de Betanzos que abrió este jueves por primera vez al público.
La imponente propiedad en la que nació Francisco Aguiar y Seijas, arzobispo de Nueva España (México) en el siglo XVII, pertenece ahora la Fundación Condado de Taboada, que asume la gestión desde la muerte en 2013 de la última propietaria, Amelia González de la Maza.
Esta institución sin ánimo de lucro ha puesto en marcha el proyecto Solidarity Gardens para recuperar «poco a poco» la actividad de esta vasta finca de más de dos hectáreas con la ayuda de voluntariado internacional. «Cuando llegamos era una selva», relata su director Fabián García, que avanza que una de las aspiraciones de la entidad es recuperar los antiguos viñedos de Blanco Legítimo.
Treinta personas asistieron ayer a la primera visita guiada por este pazo de Betanzos. Entre los asistentes, familiares de antiguos trabajadores, como Rosa, hija del guardés, que nació en esta propiedad y que vivió en ella hasta los 26 años. «Para mí fue muy emocionante», contaba esta vecina de Castro al término de un itinerario guiado por la técnica de Turismo Elena Carro.
Si para los parientes del personal de servicio fue emocionante, para el resto de los asistentes, que solo conocían del pazo las almenas que sobresalen extramuros, supuso conocer un pedazo de historia que ignoraban prácticamente por completo.
El itinerario comenzó en la fachada principal, con el análisis del escudo de armas en el que convergían el águila de los Aguiar, el lobo por los Lobeira y los distintivos de las casas de Parga y Sotomayor. «Eran cuarenta mil familias», bromea la guía, que relata que los propietarios originales de este pazo del siglo XVII eran los Aguiar y Seijas, corregidores perpetuos de Betanzos. Uno de los más famosos de sus moradores fue Francisco Aguiar, un «gran personaje no muy conocido», que nació en esta casona en 1634, ordenado sacerdote en San Martiño de Tiobre, rector de las universidades de Santiago y Salamanca que emigró a México, entonces Nueva España, tras ser nombrado arzobispo.
Los restos de Francisco Aguiar descansan en la catedral de México. En su legado, luces y sombras, relata la guía. Hizo colegios para niños sin recursos y casas «para mujeres de vida licenciosa», prohibió las corridas de toros y las peleas de gallos y dio muestras de su carácter intransigente en la censura de obras de teatro «licencioso» y en su encarnizada lucha epistolar con sor Juana Inés de la Cruz, a la que afeaba unos textos que consideraba impropios de una monja. Afortunadamente, sus reproches hicieron poca mella en la escritora.
El retrato cuelga de unas estancias del pazo junto al de otro de los antiguos moradores del pazo de Illobre, Francisco Gil de Taboada y Lemos que fue virrey de Perú y capitán general de la Real Armada Española. «De niña me aterrorizaban estos cuadros», no puede evitar recordar Rosa, la hija del antiguo guardés. Y lo cierto es que estas pinturas confieren un aire tenebroso a un pazo que ya no conserva la mayor parte del mobiliario, que fue trasladado para habilitar las habitaciones de los voluntarios y las oficinas de la fundación.
Quedan otros retazos del pasado señorial en el interior, como un retrato de una condesa de Taboada en el antiguo salón de recibir o en un antiguo escudo en tonos dorados que corona la puerta. También en la antigua bodega, que todavía conserva su imponente prensa y donde se almacenan todavía botellas de vino polvorientas y con escaso valor. «Está avinagrado», revela Fabián García.
Ese pretérito nobiliario está especialmente presente en la fachada de esta casa señorial, que guarda ciertas similitudes con el pazo de Mariñán, y en unos jardines que atesoran ejemplares centenarios, como un espectacular magnolio, y que está salpicado de escudos esculpidos en piedra. Pero si algo da fe del antiguo poderío de la familia propietaria es la «capilla», un término se queda corto para referirse a este templo, ahora extramuros, uno de los bienes patrimoniales más conocidos de Betanzos: la iglesia barroca de A Angustia, construida en 1750. Ahora, abierta a todos los feligreses, sin distinciones. «Antes la familia escuchaba la misa en la parte alta y el servicio, abajo», relata Elena Carro.
La finca esconde además numerosas curiosidades, como un cementerio de mascotas, una pagoda que recuerda a las desaparecidas de O Pasatempo o una pequeña plantación de tabaco.
Los voluntarios de Solidarity Gardens, procedentes de distintos puntos del mundo, de Turquía a Nueva Zelanda, se afanan por recuperar los jardines, la huerta y los antiguos invernaderos. En el huerto lucen ya hermosos los grelos de Monfero y los jóvenes tienen en proyecto la recuperación de los viñedos, las antiguas colmenas o del cultivo de la avea moura, la avena negra gallega. «No queremos que se quede en el pasado, queremos recuperar toda la historia, su actividad», apunta Fabián García, convencido de que este pazo «le dará vida al pueblo y a A Coruña».
Los asistentes fueron testigos de su día a día también en la cocina, donde tres jóvenes preparaban un caldo de ortigas, nada que ver con el menú que se servía en el pasado. «Recuerdo que cenaban todos los días con acelgas», relata Rosa., que todavía recuerda la antigua disposición de la despensa y el modo en que conservaban los alimentos.
Esta recorrido «exclusivo» duró casi dos horas. El Concello espera incluir ahora este itinerario en su programa de Turismo para mostrar a todos los interesados un retazo de su historia y el proyecto para revivirlo con ayuda de jóvenes de todo el mundo.
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