Veinte años de Cáritas en Santa Cruz de Oleiros: "Me ha dado una satisfacción personal enorme"
Cáritas de Santa Cruz celebra este año dos décadas repartiendo alimentos y ayudando a 100 familias de la parroquia

Voluntarias de Cáritas durante una recogida de alimentos. | LOC
La sede de Cáritas en Santa Cruz de Oleiros cumple 20 años desde que comenzó a repartir comida y ayuda a los más vulnerables del municipio. Lo que empezó como una pequeña asistencia a 15 familias de la parroquia, ahora se ha convertido en una operación que da de comer a 100 de ellas y cuenta con una batería de voluntarios para hacerlo posible.
María Morro, conocida como Mariquita, es una de las personas más activas en la entidad y explica cómo llegó a ella. «Yo vivía en la zona y cuando mis hijos se hicieron mayores vi la oportunidad de hacer algo de voluntariado, que siempre quise», explica Morro. «Una amiga y yo nos fuimos a Cáritas de A Coruña y allí nos dijeron que podíamos ir a Santa Cruz, que necesitaban más gente», recuerda la voluntaria.
A partir de entonces llegaron 15 años en los que todos miércoles tenía una cita para ayudar a las personas más vulnerables de la parroquia. «Cáritas me ha dado una satisfacción personal enorme, porque puedes ayudar dentro de tus posibilidades», afirma Morro, que asegura que son un grupo de voluntarios «muy unidos» y que cuando no puede ir a los repartos «lo echo mucho de menos».
A pesar de que empezaron pocos, ahora son al menos una decena de voluntarios, que atienden desde la distribución de alimentos hasta la asistencia personal a algunos usuarios, ayudándoles a encontrar trabajo o vivienda. «Es más que nada, gente jubilada, de jóvenes no viene nadie», señala la voluntaria. Morro explica que la mayoría de donaciones vienen de los propios socios de Cáritas y que estas se disparan durante emergencias como la pandemia o la dana de Valencia el año pasado.
Fue durante el covid cuando comenzó a cambiar la dinámica en la entidad, que dejó de tener el contacto habitual que tenían con las familias al perder el ropero. Tuvieron que dejar de operarlo por el riesgo de contagio. «El ropero era muy útil y muy gratificante porque podíamos tener un trato muy cercano con la gente. Mientras venían a buscar la ropa, pues les vestíamos, les decíamos: ‘No, mejor coge este abrigo’, y procurábamos que les gustase lo que les dábamos, para hacerlo más distendido y que no tuvieran que decir que venían por necesidad», recuerda la voluntaria. « Lo tratábamos como una tienda y nos reíamos entre todos», dice.
El perfil de los usuarios también ha cambiado. Según Morro, si hace 15 años atendían en su mayoría a nacionales, ahora ayudan sobre todo a migrantes que todavía no cuentan con los documentos que les permitan acceder a un trabajo. «Una vez que tienen los papeles solucionados normalmente ya no vienen más porque ya pueden buscar trabajo, pero tardan mucho, mínimo dos o tres años», explica la voluntaria.
Estos usuarios también sufren por los problemas de acceso a la vivienda y la precariedad de ingresos, por lo que no es inusual que los voluntarios acaben también intentando ayudarles con los gastos de alquiler o luz. De las 100 familias a las que prestan asistencia actualmente, al menos la mitad de ellas son migrantes, explica Morro.
- Fallece un larachés de 36 años en un accidente cerca de Ledoño
- El juzgado ordena al Concello de Sada depositar 4,6 millones para el derribo de dos edificios
- Clara González, adiestradora de Arteixo: «En la adolescencia, los perros sienten tanto que a veces olvidan lo aprendido»
- Arteixo oferta 36 viviendas de obra nueva en la renovada Travesía de Pastoriza
- La Fiscalía recurre la sentencia por la demolición de Casa Carnicero, en Oleiros
- Fallece un larachés de 36 años en una colisión múltiple cerca de Ledoño
- Hartazgo y resignación en el puerto de Betanzos por las inundaciones: «Esto no va a dejar de pasar»
- Una tortuga marina de 300 kilos aparece varada en una playa de Arteixo