Cuando uno compra un billete de tren y viaja solo, espera que nadie se siente a su lado para tener más espacio y privacidad. De hecho, lo último que uno se imagina es que la persona que se sentará a su lado durante el trayecto pueda cambiar el rumbo, si no del tren, de su vida.

Tren con destino a la boda del año

Jorge y Paloma no se conocían de nada, pero ambos cogieron el tren ese día con un destino final común: una boda en Toledo.

Paloma llegó a su asiento con tiempo, le había tocado ventana. Se instaló con calma y decidió abrir el libro que leía en aquel momento, “Normal People” de Sally Rooney. A escasos minutos de que el tren cerrara sus puertas, un nervioso Jorge llegó hiperventilando a su vagón, había estado a punto de perder el AVE. Él tenía pasillo, y era Paloma quien le había tocado de acompañante. Cuando Jorge se sentó, tras un tímido “buenos días”, abrió la mesilla del asiento, cogió la tablet y la apoyó para retomar la serie que no le dejaba dormir por las noches, “Normal People”.

Paloma no tardó en percatarse de que la persona que tenía sentada a su lado estaba viendo la adaptación en serie del libro que ella se estaba leyendo. Lo que parecía una mera coincidencia, era un problema para Paloma: Jorge iba más adelantado en el relato, y por lo tanto, Paloma veía de reojo en la tablet escenas a las que todavía no había llegado en su lectura.

Fue entonces cuando Paloma, a quien no le faltaba carácter, pidió amablemente a Jorge que girara un poco su tablet, pues ella todavía no había llegado a esa parte de la historia en su libro. Jorge, que rebosaba espontaneidad, rió y le respondió que lo sentía mucho pero que no iba a estar dos horas sentado en una posición incómoda. Lo que empezó siendo una conversación un tanto tensa, acabó en una charla interesante, desenfadada, llena de risas y complicidad. Para su sorpresa, Jorge y Paloma cayeron en la cuenta de que ambos viajaban para acudir a la boda de sus mejores amigos. A Jorge le delataba el portatrajes, y a Paloma una característica sombrera.

Como todo trayecto, llegó a su fin y Toledo les dio la bienvenida a ambos. Por timidez, no se atrevieron a darse los números de teléfono, aunque por su puesto, Paloma no tardó en encontrar a Jorge en Instagram, aunque decidiera no darle “follow”.

Lo que ninguno de los podía imaginarse es que en tan solo cuatro horas iban a reencontrarse.

Paloma se arregló con tiempo y tranquilidad, era la boda de su amiga de la infancia y se había comprado un vestido nuevo para la ocasión. Llegó 30 minutos antes a la finca donde se celebraba la misa y el banquete. Antes de entrar en la sala de ceremonias se cruzó con un grupo de chicos enchaquetados, parecía que tenían prisa. Fue en ese instante cuando se dio cuenta de que uno de esos chicos era Jorge, quien al verla se quedó de piedra. Una vez más, llegaba tarde. Aún así, Jorge no dudó en pararse y saludar de nuevo a Paloma. No iban a la misma boda, pero ambas tenían lugar en la misma finca.

Jorge se envalentonó y le propuso a Paloma quedar dos horas más tarde en la terraza frente al río, a lo que Paloma no dudó en aceptar. Juntos estuvieron en ambas bodas, bailaron, se rieron, disfrutaron y hablaron durante toda la noche.

Se despidieron de madrugada con la intención de reencontrarse en el AVE de vuelta.

De esta historia hace ya un año y medio, y Paloma y Jorge vuelven a estar en la finca El Cigarral, en Toledo. Sin embargo, el escenario es ahora drásticamente diferente, pues ellos son el novio y la novia.

Fue ese trayecto en AVE con dirección a Toledo lo que les hizo coincidir y conocerse. Y a pesar de que Jorge casi pierde ‘el tren de su vida’, llegó a tiempo. Por ello, y en honor a su fortuito encuentro, han especificado en sus invitaciones de boda que la mejor manera para llegar hasta Toledo desde Madrid u otros lugares de España, es el AVE. Y tal y como han escrito en las invitaciones, además de ser el medio de transporte más sostenible, quizás a alguno de sus invitados el tren le da la misma suerte que les dio a ellos.