Verde y Azul

Contaminación atmosférica, la muerte silenciosa

Cuarenta mil personas mueren cada año en España por la mala calidad del aire ● La cifra de fallecidos sube un 150% en solo diez años ● Madrid, Pontevedra, Bilbao, San Sebastián y Sevilla, las ciudades que más han mejorado ● El tráfico marítimo agrava el problema en los núcleos portuarios

Polución, ¿problema invisible? Miles de personas mueren todos los años en España por la contaminación atmosférica y la cifra sigue subiendo. Los esfuerzos que está realizando la industria para reducir emisiones son evidentes, pero no bastan para frenar esta amenaza.

La contaminación atmosférica es una de las manifestaciones más graves de la problemática ambiental española, que se agrava por el actual modelo de desarrollo. En España, la red para medir la contaminación comenzó a instalarse en 1979, en cumplimiento del acuerdo de Ginebra suscrito ese año por numerosos países. Según datos de Organización Mundial de la Salud, 40.000 personas fallecen por problemas relacionados con la mala calidad del aire en nuestro país. Y ello, a pesar de que las ciudades van adquiriendo una mayor conciencia y, según el Ministerio para la Transición Ecológica, urbes como Bilbao, San Sebastián,Madrid, Sevilla y Barcelona han mejorado sustancialmente sus niveles de polución. Sin embargo, la contaminación de la atmósfera no procede solo de las ciudades o los grandes núcleos industriales. Los grandes mercantes, los cruceros turísticos y la aviación comercial se han convertido en los últimos años en grandes emisores de sustancias tóxicas.

Entre los contaminantes atmosféricos más frecuentes están los aerosoles, óxidos de azufre, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, hidrocarburos, ozono y dióxido de carbono (CO2). Este último es el más importante de los denominados ‘gases de efecto invernadero’.

Imágenes como esta, más propias de la revolución industrial del siglo XIX, siguen siendo habituales en el siglo XXI. | EFE

En este escenario, la empresas tratan de adaptar sus procesos de producción, ya sea por convencimiento o por obligación legal, para reducir sus emisiones. Repsol, por ejemplo, se convirtió en 2017 en la primera compañía del sector del petróleo y el gas en todo el mundo en emitir un bono verde. Los 500 millones de euros obtenidos se han dedicado a proyectos concretos de reducción de emisiones y de eficiencia energética. En la refinería de Petronor (Vizcaya) se ha sustituido una turbina de vapor por un motor eléctrico que adapta su velocidad a las necesidades precisas de cada momento, con lo que se ha logrado una reducción de 43.000 toneladas de CO2 al año. En su planta de Cartagena, Repsol mejorará la recuperación del calor de uno de los hornos, lo que supondrá un ahorro de combustible y la disminución de las emisiones de CO2 en 9.000 toneladas al año.

Iberdrola, Nestlé, Eurofred y Cemex ofrecen otros ejemplos de grandes empresas que han visto que no queda otro remedio que reducir emisiones. Iberdrola, por ejemplo, tiene previsto culminar este año una red de estaciones de recarga rápida, súper rápida y ultra rápida, que permitirán recorrer España en vehículo eléctrico, con la instalación de una estación cada 100 kilómetros en las principales autovías.

Y, pese a ello, en los últimos años, la práctica totalidad de la población española y europea sigue respirando aire contaminado, que incumple los estándares recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Esta situación ha sido puesta de manifiesto por la Agencia Europea de Medio Ambiente y por España, a través de los informes sobre la calidad del aire que desde hace más de una década viene publicando anualmente Ecologistas en Acción.

Las últimas estimaciones globales sobre la repercusión sanitaria de la contaminación atmosférica son muy preocupantes. Elevan hasta medio millón las muertes prematuras en los países europeos por la mala calidad del aire: 428.000 por exposición a partículas inferiores a 2,5 micras de diámetro (PM5), 78.000 por exposición a dióxido de nitrógeno (NO2) y 14.400 por exposición a ozono troposférico.

Menú de agentes tóxicos

En España, las víctimas de la contaminación alcanzan ya hasta 40.000 al año, entre ellas 23.180 por partículas PM5, 6.740 por NO2 y 1.600 por ozono. Esta cifra supone un espectacular aumento del 150% respecto a los 16.000 fallecimientos prematuros anuales que se estimaban hace apenas una década. Aunque la concienciación es mayor, las víctimas siguen aumentando.

Por tanto, las partículas (tanto las finas o PM5 como las gruesas o PM10) son microgranos en suspensión, procedentes de polvo, ceniza, hollín y otras sustancias que penetran directamente en el organismo causando daños en numerosos órganos. Proceden sobre todo de la industria, el tráfico y la construcción.

El Banco Mundial, además, ha traducido este drama humano en cifras económicas. El coste de la mortalidad prematura y de la pérdida de días de trabajo por la contaminación del aire ambiente y en el interior de las viviendas ha sido cuantificado por esta entidad en 38.000 millones de euros al año, equivalentes al 3,5% del Producto Interior Bruto español.

Los datos hechos públicos por el Ministerio para la Transición Ecológica en febrero de este mismo año señala las tres ciudades con más emisiones diarias de partículas gruesas: Las Palmas, Tenerife, Avilés y Santander, muy por encima de todas las demás.

Centrales energéticas (térmicas de carbón y de ciclo combinado), refinerías, cementeras e incineradoras, así como la actividad generada en los grandes puertos comerciales son los grandes emisores de polución en España. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, la Generalitat ha obligado al Puerto de Alicante a construir una terminal cerrada para mover mercancías similar a las que se construyeron en los puertos de Valencia y Santander. El puerto alicantino alega que no toda la contaminación procede de su tráfico industrial, pero hace dos años se generó una importante alarma social en la ciudad. El casco urbano creció de forma desordenada y empezaba a invadir los muelles industriales, desde donde se emiten partículas contaminantes.

El progresivo cierre de las centrales térmicas de carbón y la expansión de las energías renovables son solo algunos de los factores que están llamados a reducir los impactos actuales sobre la salud humana, las especies animales y vegetales y el clima global.

IBERDROLA SE VUELCA CON LAS ENERGÍAS RENOVABLES

Iberdrola se ha propuesto liderar la transición energética en España con el objetivo de consolidarse como la principal compañía renovable del país -ya lo es con más de 15.700 MW renovables instalados- y contribuir, así, a la descarbonización de la economía y la lucha contra el cambio climático. La compañía prevé desarrollar al menos 10.000 nuevos megavatios solares y eólicos hasta 2030. La compañía cuenta con más de 700 MW renovables en construcción, 2.500 MW en desarrollo y una cartera superior a 7.000 MW. El desarrollo de estos proyectos requerirá de una inversión de 8.000 millones de euros hasta 2022. En el mundo, Iberdrola invertirá 34.000 millones de euros y un 39% irán destinados a renovables.

LAS ELÉCTRICAS BAJAN EMISIONES, LAS PETROLERAS LAS AUMENTAN

El informe ‘Big polluters in Spain 2019’ (Los grandes contaminadores de España 2019), elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad, revela que Endesa emitió el año pasado un 9% menos de CO2 a la atmósfera, pero así y todo sigue liderando el ranking nacional de polución. Esta y todas las demás eléctricas presentaron descensos en 2018. En cambio, las petroleras siguen sin hacer sus deberes. El citado informe señala que Repsol-Petronor o Cepsa «han iniciado la senda hacia la descarbonización de una forma muy débil». Las cementeras y acereras siguen estando también entre las más contaminantes y «han aumentado sus emisiones por el repunte de la construcción», señala el informe.

Francisco José Benito

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