La vida es una toma de decisiones constante. Un mal estudiante de Derecho, según él mismo confesaba, solía decir que la mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino que muchas veces es la que se da mejor. Pues bien, el frustrado abogado que apuntaba esta reflexión no es otro que Gabriel García Márquez, por lo que podemos concluir que el brillante escritor acertó dos veces. En su genial advertencia sobre la calidad de las noticias y en su decisión de abandonar la carrera de Derecho para dedicarse al periodismo y a la literatura, lo que le permitió conseguir el Premio Nobel.

Cumplidos 20 años del nacimiento de LA OPINIÓN A CORUÑA, podemos pensar que la iniciativa de Prensa Ibérica de abrir una cabecera en A Coruña fue también doblemente acertada. El tiempo ha demostrado que sí había espacio para un nuevo diario en nuestra ciudad. La consolidación del periódico se debe en gran medida a que los profesionales que han trabajado en él a lo largo de estas dos décadas se han esforzado por contarnos la actualidad coruñesa y de la comarca tal y como señalaba el colombiano que ha de hacerse. La dictadura de la inmediatez a la que estamos cada vez más sometidos no puede hacernos olvidar lo importante que son los matices, los estilos y las formas escogidas para comunicar y comunicarnos.

En estos años hemos leído en las páginas de LA OPINIÓN A CORUÑA cambios tan significativos como el que supuso la transformación de la Antigua Fábrica de Tabacos en nuevas dependencias judiciales. “Tabacos renace como sede judicial”, era el titular escogido para la noticia que explicaba con todo detalle como la Audiencia Provincial y la Fiscalía, entre otros, pasaban a instalarse en el emblemático edificio coruñés. Porque de eso se trata, de contar la noticia de tal forma que el lector pueda hacerse una idea lo más real posible de lo que está ocurriendo.

Y así, de aquella vieja factoría pasábamos a unas modernizadas dependencias judiciales. Y es que la sociedad, la prensa y por supuesto la Justicia, estamos recorriendo juntos esta era digital que tiene un ritmo vertiginoso. Nos dirigimos hacia un futuro sobre el que no podría aventurarme a hacer ninguna conjetura, y menos ahora con todo lo que estamos viviendo. Cualquier intento de situarme dentro de otros 20 años sería un ejercicio demasiado atrevido y con escasa probabilidad de éxito.

Lo que sí parece claro es que tanto unos como otros debemos esforzarnos para lograr que las nuevas tecnologías, que sin duda son herramientas muy útiles, no nos desvíen de lo más importante. Y aquí hemos de volver a García Márquez y recordar que la deshumanización nunca puede ser una opción. En ningún ámbito de la vida y por supuesto tampoco ha de serlo en el de la Comunicación o la Justicia. 

Si pudiese elegir qué escribir en el 40 aniversario de este periódico me gustaría poder afirmar con orgullo que tanto periodistas como fiscales tenemos muy presente el corazón de las personas en el ejercicio de nuestras profesiones. Esa sería, seguro, otra acertada decisión.