Galicia es un espacio policéntrico. Sus bases y palancas del crecimiento están distribuidas territorialmente y su desarrollo no pivota sobre una sola ciudad. Por eso, al concebir una Galicia cohesionada social y territorialmente hay que pensar en cómo proponer un modelo específico para cada ciudad que sea capaz de afianzarse, diferenciarse y complementarse con el resto de los centros sobre los que debe basarse el desarrollo gallego.

La ciudad de A Coruña formuló en su día, finales de los ochenta y comienzos de los noventa del siglo pasado, un modelo de ciudad definido sobre un posicionamiento activo en términos socioculturales y de atractividad de servicios. Tuvo éxito, pues se convirtió en una referencia de la Europa Atlántica.

En la actualidad, el contexto pos-pandémico nos exige otros planteamientos. El futuro de los próximos veinte años estará marcado por las constantes revoluciones tecnológicas que harán cambiar las relaciones laborales, el empleo y las formas de vivir. Por tanto, todo aquello que esté enfocado a convertirse en foco tecnológico será una apuesta seria, firme y viable. El papel de la Universidad y de los laboratorios de investigación de las empresas resultan claves para lograrlo. Evidentemente, no se puede perder el ritmo de las actualizaciones y adaptaciones, so pena de caer en una marginación y atraso. Un desempeño acertado en esta elección constituirá la mejor garantía para la generación y mantenimiento del empleo.

Los próximos veinte años también estarán marcados por una mayor conciencia ecológica y por una apuesta hacia la sostenibilidad medio-ambiental. Sin duda alguna, edificios, infraestructuras, movilidad, niveles de consumo energético, seguimiento del control de emisiones, calidad del aire, etc. son temas sobre los que se va a legislar y sobre los que se aplicarán medidas para ser cumplidas. No hacerlo u olvidarse de plantearlo significa quedarse fuera de las dinámicas de las sociedades avanzadas y, en consecuencia, no garantizar un futuro más habitable a las próximas generaciones.

Igualmente, los aspectos vinculados al bienestar de los ciudadanos, tales como servicios sociales, asistencia, formación, seguridad, etc. ocuparán una gran parte de la atención de los responsables públicos y de los líderes locales. Los actuales grados de envejecimiento de la sociedad, la alta tasa de dependencia senil, las ratios de exclusión social y los elevados niveles de pobreza así lo atestiguan y, evidentemente, se exigen soluciones urgentes.

Pero, sin duda alguna, la atención de futuro estará centrada en el modelo de posicionamiento; esto es, sobre qué basar el desarrollo y en cómo formularlo. De entrada, la ciudad ha perdido peso político en el escenario atlántico y europeo, como lo prueba la escasa presencia en órganos de consulta internacionales o en las convocatorias de congresos. Por tanto, de nuevo, hay que pertenecer al núcleo dirigente. En segundo lugar, la ciudad ha dejado de ser referencia en cualquiera de los aspectos claves, citados anteriormente, como ejes de futuro. Es evidente, por tanto, que se debe seleccionar una o varias actividades en las que se debe destacar, sobresalir y servir de faro a las demás. Y, en tercer término, la ciudad está dejando de aprovechar su potencial para enfocar un desarrollo cohesivo y participativo. Mi sugerencia va en reforzar los niveles de participación para definir y emplazar a los agentes sociales, económicos y científicos (lo que denomina la cuádruple hélice) en aras a impulsar y fomentar actividades y funciones claves de la ciudad (como las sanitarias, tecnológicas, marítimas y logísticas).

Convendría, finalmente, hacer el esfuerzo de pensar, recoger ideas y aunar esfuerzos para posicionar a la ciudad en el rango de las principales referencias de la Europa Atlántica. Y se tiene que hacer agrupando en el proyecto a los municipios próximos para construir una área lo suficientemente grande (que incluya desde Bergantiños al Golfo Ártabro) de cara a constituir una Gran Coruña, que disminuya las ventajas que otras áreas nos llevan en la actualidad y que permita catapultar los niveles de atractividad económica, seducción social, captación de talento y desarrollo de la creatividad. O sea, una Coruña con poder.