La tripulación del mercante estonio Virtus, amarrado en el puerto de A Coruña desde el pasado 11 de junio tras sufrir una avería, vuelve a quedarse hoy sin provisiones después de que se agotasen los 1.000 euros que envió el armador hace dos semanas para alimentos y productos de higiene.

La situación es difícil porque el dueño del buque asegura que no puede transferir más dinero porque está en bancarrota y la empresa consignataria se mantiene en que no prestará servicios a la embarcación hasta que la empresa propietaria del Virtus pague el dinero que le adeuda desde su entrada en el muelle coruñés.

Ante estas dificultades, la inspectora de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF), Luz Baz, se ha puesto en contacto con la Cruz Roja para ver si puede proporcionar víveres a los tripulantes -igual que hizo hace dos semanas- mientras se busca una solución al conflicto.

Los responsables de este organismo internacional y los representantes de la consignataria coruñesa Finisterre Agencia Marítima creen que la solución pasa porque se arregle la reductora del buque para que pueda partir con la carga hacia su destino, Dubai. Sin embargo, el Virtus necesita una pieza que ha sido reparada pero que no puede salir del taller porque el armador no tiene dinero para pagar el arreglo.

"La pieza está reparada desde hace unos días pero no la dejan salir hasta que el dueño del buque pague. Y él dice que no tiene dinero y que está esperando a que le concedan un crédito para poder hacer frente a todas sus deudas", explicó Baz. "El propietario de la carga también es partidario de una solución rápida pero no quiere adelantar él el dinero por temor a perderlo. Lo malo es que la concesión del crédito -en caso de que lo consiga- puede tardar ocho o diez días", añadió la inspectora de la ITF.

La empresa consignataria también lamenta la situación ya que esperaba que el conflicto hubiese terminado a estas alturas porque el buque está cargado y la mercancía que transporta tiene mucho valor. Este es el motivo de que tanto el operador del Virtus como el propietario de la carga presionen al armador para tratar de alcanzar una solución. "La mayor seguridad que tenemos de que vamos a cobrar lo que nos adeudan es la carga que tiene el mercante: 3.000 toneladas de chapa de acero y escaleras mecánicas para el aeropuerto que se está construyendo en Doha. El valor total es muy grande. Estamos hablando de muchos millones de euros", explicó un portavoz de la consignataria coruñesa Finisterre.

El problema que ven en la ITF es que la carga del buque no es perecedera, "lo que puede demorar aún más la solución del conflicto".

Al margen del problema de los alimentos, los tripulantes -seis rusos y seis ucranianos- llevan varios meses sin cobrar y algunos de ellos han terminado su contrato, por lo que han solicitado la repatriación a sus países a cargo del armador. "No han cobrado, no pueden enviar dinero a sus familias y lo que quieren es poder marcharse para trabajar en otro sitio cuanto antes", señaló Baz. Por ello, la inspectora de la ITF se ha puesto en contacto con las embajadas de los dos países en España para comunicarles la situación de los tripulantes y tratar de buscar alguna alternativa, pero todavía no ha recibido respuesta. Además, en los próximos días abordará el asunto con la Consellería do Mar para ver si hay forma de acelerar el proceso y llegar a una pronta resolución.

El próximo martes se cumplen dos meses de la llegada del mercante estonio al puerto de A Coruña y la situación de los tripulantes es cada vez más complicada: se vuelven a quedar sin alimentos y sin posibilidad de recibir más dinero del armador y la pieza necesaria para reparar el buque tampoco llega.