Abandonados durante dos años por el Gobierno central y sin tener nadie más a quien reclamar tras sufrir un naufragio en el que perdieron todas sus propiedades y casi su vida. Así se siente la mayoría de los 113 pasajeros del ferry Assalama, propiedad de la compañía española Naviera Armas, que el 30 de abril de 2008 vivieron el hundimiento del barco en Tarfaya (Marruecos). El siniestro se produjo a las diez de la mañana cuando el buque, de bandera panameña y tripulación cubana, zarpó del puerto marroquí rumbo a Puerto del Rosario, en Fuerteventura. Nada más dar la vuelta al muelle, el fuerte oleaje desplazó el navío hacia la escollera y colisionó justo en la línea de flotación, cerca de la sala de máquinas. La tripulación estimó que había sido un golpe leve y, tras comunicarse con la sede central de la naviera en Las Palmas, el capitán del Assalama decidió proseguir con la travesía a pesar de que la colisión provocó tres heridos.

Durante una hora la navegación fue dificultosa y obligó a reducir la marcha, lo que llevó a los técnicos a bajar a la sala de máquinas, donde detectaron una vía de agua "de considerable envergadura". En pocos minutos el buque perdió el nivel y se activó el protocolo de evacuación a tres millas de la costa de Tarfaya. A bordo, según algunos de los 113 pasajeros del ferry, sólo había dos botes salvavidas que, teóricamente, deberían ser utilizados por 1.500 personas si las plazas del buque estuviesen ocupadas al completo. La imposibilidad de desalojar a todo el pasaje en las embarcaciones de supervivencia hizo que los hombres esperasen en la cubierta del Assalama mientras mujeres y niños eran trasladados a tierra.

La tripulación del barco pidió auxilio a Tarfaya dos horas después de abandonar el puerto de la localidad, donde la población vive de la pesca con menos de un euro al día. Ese 30 de abril sus 7.000 habitantes se olvidaron de su situación y pusieron en marcha un dispositivo de rescate basado en una decena de falúas (pateras) que, por culpa del viento, tardaron 45 minutos en llegar al Assalama. Los tarfeños, gracias a su destreza y veteranía, lograron evacuar a los hombres, que llegaron sanos y salvos a tierra.

El viaje entre Tarfaya y Fuerteventura formaba parte de un proyecto de expansión económica y comercial de los Gobiernos de España y Marruecos, y el autonómico de Canarias. La empresa encargada de coordinar los trabajos de inversión, planificación y desarrollo era Tarima Maroc, constituida al 50% por inversores canarios y marroquíes. Entre los 113 pasajeros había algunos que, con todas sus pertenencias a bordo, pretendían empezar de nuevo en el punto de destino. Buena parte de ellos han constituido una comisión de afectados que ha enviado al Gobierno y a los ministerios involucrados una carta en la que denuncian "las pésimas condiciones de la travesía que finalizaron con un naufragio" y exigen responsabilidades. La misiva no ha obtenido respuesta.

"La evacuación fue lamentable porque el barco carecía de medios. Sólo salió un bote salvavidas, por lo que el resto de los 113 pasajeros fueron evacuados por los pescadores de la zona, que vinieron con sus barcas al rescate. Para los que teníamos niños fueron momentos de angustia: el mar estaba agitado, por el fuerte viento, y temimos por nuestra seguridad", denuncia uno de los pasajeros del Assalama.

Los afectados critican que se autorizase la línea entre el puerto canario y el marroquí y la cobertura de la misma por un barco con más de 40 años de servicio, que estuvo parado en 2007 en el puerto de Las Palmas por deficiencias. "No sabemos en qué momento empezamos a ser víctimas de este abuso porque no se entiende que autorizaran la línea, que el barco zarpara desde Puerto del Rosario en Fuerteventura hacia un puerto que no estaba en condiciones de recibirlo", aseguran. El propio Gobierno canario reconoció hace unos meses que era necesario ampliar el muelle de Tarfaya y destinar presupuesto a esta obra. "Todos hubiésemos preferido que la hicieran antes del naufragio", sentencian los pasajeros del ferry en su carta al Gobierno español.

Los miembros del pasaje aseguran que durante la evacuación les dijeron que dejasen sus pertenencias a bordo, porque las recuperarían, pero nunca se cumplió la promesa. "Ese día -relata una de las pasajeras- volvimos a tierra vacíos, enfrentándonos a la realidad de que en la ciudad donde habían proyectado la unión (Tarfaya) y la expansión económica, concediendo subvenciones, no había nada. Tampoco pudimos hacer nada durante los siete días que permanecimos en El Aaiún a la espera, la mayoría indocumentados, sin dinero, con niños pequeños a cargo, luchando por recuperar nuestras pertenencias que la Naviera Armas abandonaba al mismo tiempo que a su buque".

En su carta al Ejecutivo, los pasajeros señalan que "si los gobiernos se tomasen en serio sus proyectos" el naufragio se habría evitado y también los dos años que han esperado sin recibir respuestas. "¿Cómo es posible que el Gobierno de España permitiera que un proyecto de unión tan importante cayera en manos de personas incompetentes?", se preguntan.

El Ejecutivo canario, por su parte, no ha expedientado a la Naviera Armas porque carece de competencias para hacerlo y el pasaje no entiende cómo, entonces, subvenciona, autoriza y pone a disposición del ciudadano una línea marítima de la cual no es competente.

Mientras, Marruecos abrió una investigación que ya está concluida pero a los resultados sólo pueden acceder el Estado de pabellón (Panamá) y las aseguradoras. "Estando así las cosas, ¿quién se ocupa de nosotros? ¿Se va a seguir permitiendo que este abuso se tape?", se preguntan los afectados.

Los portavoces del colectivo que vivió el suceso del Assalama aseguran que el proyecto fue promocionado por los gobiernos y en él se invirtieron "ilusión, esperanzas, tiempo y dinero", algo que, denuncian, no fue obstáculo para que Naviera Armas abandonase a los pasajeros seis días después del naufragio "con la amenaza de dejarlos en El Aaiún si no aceptaban sus condiciones". "Dejarían de pagar el hotel y, si no viajábamos en el avión que habían fletado para el día siguiente a Las Palmas, no se harían cargo de nosotros. Desde entonces este abuso no ha hecho más que aumentar sin que nadie le ponga freno", denuncian los miembros del pasaje.

Por ello, reclaman al Gobierno que intervenga e investigue las causas del hundimiento del Assalama. También piden que se aclare por qué un proyecto que tardó años en ponerse en marcha "sólo estuvo cuatro meses activo" y exigen ayuda, seguridad y protección jurídica. "Este informe queda ahora en manos del Gobierno de España, del que esperamos honestidad", concluyen los afectados.