El Canal de Panamá es una puerta de entrada entre el mar Caribe y el Pacífico y Galicia es una puerta de entrada con el norte de Europa y la Europa mediterránea y ahí hay una posibilidad en la que intentaremos avanzar con el administrador del Canal".

No es la simple expresión de un deseo. Son palabras del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en su reciente viaje a Centroamérica para abrir una vía de doble sentido que facilite la presencia de Galicia en Iberoamérica y atraiga inversiones.

Por ello, señaló el presidente Feijóo, en Galicia se tiene el compromiso de "estar atentos" al fin de las obras en 2014 de la ampliación del paso marítimo panameño.

Posiblemente Feijóo augura un futuro de conexiones marítimas con esa parte del continente americano. Es lo que quiere hacer Portugal con su zona portuaria de Sines, una apuesta del Gobierno luso para convertir esa parte de su territorio (hasta hace poco centrada en la pesca) en la "puerta atlántica de Europa".

Puerta a puerta o puerta con puerta. El de Sines es un puerto que quiere estar abierto las 24 horas del día, con aguas profundas capaces de recibir los mayores buques contenedores del mundo y con las mismas tarifas todo el día. Es, también, uno de los vértices del triángulo que forma con Las Palmas y Valencia. Su Terminal XXI recibe superportacontenedores que transportan hasta 14.000 TEU (cada TEU tiene una longitud de casi siete metros) procedentes de Extremo Oriente y que llegan al Mediterráneo por el Canal de Suez. La carga se distribuye a buques de menor eslora que la llevan al Norte de Europa, África y América.

Desgraciadamente para el sueño de Feijóo, los de Galicia, incluidos Ferrol y Punta Langosteira, no son competencia para Sines: carecen del calado, superficie, longitud de atraque y zona de actividades logísticas necesaria para esta actividad.

A menor gloria de aquello que tenemos y no hemos podido o sabido desarrollar en un progreso adecuado, las conexiones portuarias tampoco son las que esa puerta de entrada para las rutas de Panamá exige.

Feijóo debe despertar de su sueño centroamericano.