Eescasa distancia de las instalaciones de la lonja pesquera coruñesa, el Tabar ha protagonizado otra mala noticia para Malpica y el mundo de la mar: la desaparición en esta, a menos de 400 metros de la costa y a casi un tiro de sonda del espigón del dique de abrigo coruñés, de un joven de 26 años que iba a estrenar su paternidad en poco tiempo. Malpica no consigue recuperarse de este tipo de trágicas noticias.

Una noticia que habla del déficit de vigilancia en la navegación, algo que debe mantenerse y de modo muy especial cuando se navega en aguas portuarias, restringidas y prioritarias para los buques mercantes y donde, resulta evidente, la densidad del tráfico marítimo es muy superior a la de aguas libres.

El Tabar llevaba encendidas todas sus luces reglamentarias y la niebla, en aquel momento, no impedía la visibilidad en la navegación. Sí unos minutos después. El práctico estaba a bordo del mercante maltés Estesky. Ambos buques navegaron en paralelo, el pesquero disponiendo todo para la venta de lo capturado hasta momentos antes. Pero algo hizo que el patrón del Tabar optara por adelantar, pasando de babor a estribor (de izquierda a derecha) al mercante en una maniobra que está prohibida. Un buque como el Estesky, de casi 90 metros de eslora y con una carga de alúmina, no puede maniobrar como un coche y la colisión por alcance se produjo de manera irremediable lanzando al mar a los tripulantes de la embarcación de pesca.

Cuatro vecinos de Malpica (uno de ellos peruano) viven ahora las consecuencias de un accidente que no tenía por qué haber ocurrido. Será la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos quien dictamine sobre lo acontecido. Pero lo que es evidente es que un hombre joven se ha quedado en la mar y la única esperanza, ahora, es recuperar un cuerpo que reclaman la familia, sus amigos y el pueblo marinero de Malpica.

El pecio con sus redes se halla a 20 metros de profundidad, lo que obligó a cortar el tráfico marítimo por la zona desde el momento del hundimiento y hasta bien entrado el día de ayer, jueves.

Ahora todas son especulaciones; pero lo cierto es que este accidente viene a significar una llamada más a la prudencia de aquellos que, a sabiendas, faenan en aguas en las que la navegación de buques mercantes es muy habitual. Lo hacen, reglamentaria o irregularmente señalizados, a escasa distancia de los canales de acceso y salida del puerto coruñés. Y ha habido accidentes y demasiadas ocasiones de peligro para las pequeñas embarcaciones, muchas de ellas de navegantes deportivos o pescadores aficionados que cuentan sus mil y una batallas al verse frente a las impresionantes moles de acero de los mercantes. Unos y otros deben saber dónde pueden pescar y cuáles son las prioridades en la navegación. Tal vez sea el momento de que los encargados de hacer cumplir las normas, las leyes, actúen. Sólo así se podrán evitar males mayores. Con la tragedia del miércoles por la noche es más que suficiente.