Expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estudian las condiciones de los polígonos de bateas de Lorbé (Oleiros) para controlar las toxinas y así mejorar la producción y sostenibilidad ecológica del cultivo de mejillón. Los científicos, que estudian la ría de Ares-Betanzos desde hace más de un año han unido a sus estudios un novedoso vehículo sumergible que permite conocer en todo momento y de forma constante el estado del agua. Este instrumento permitirá elaborar una cartografía en tres dimensiones de la distribución del fitoplancton en la ría, que los científicos prevén presentar antes de fin de año y que servirá para conocer la capacidad de carga de la zona.

La investigación pretende profundizar en el conocimiento de la producción del mejillón y sus efectos ambientales en la zona, una experiencia que podría ser exportada a otras áreas costeras.

"Lo fundamental para un cultivo es conocer la zona", señaló a Efe la gerente del grupo Proinsa, María Dolores Fernández, cuya compañía, la mayor dedicada al cultivo de mejillón en Galicia con más de 90 bateas en producción en la ría de Ares-Betanzos, colabora desde hace más de 15 años con el centro de investigación nacional.

Los científicos del CSIC llevan más de un año estudiando la zona y realizando campañas experimentales en las distintas estaciones para evaluar el comportamiento alimentario del molusco y los diversos parámetros ambientales que interfieren en su cultivo.

El proyecto, en el que colaboran también la Xunta y expertos canadienses del programa internacional Ecological Sustainability of Suspended Mussel Aquaculture (ESSMA), pretende estudiar los parámetros físico-químicos del agua del mar -fitoplancton, clorofila, salinidad, oxígeno- para analizar la composición del agua y tener información de en qué condiciones se están cultivando los mejillones.

De este modo es posible conocer la capacidad de carga de la ría coruñesa -estado de saturación de la misma-, los efectos del cultivo en el ecosistema o las condiciones óptimas de crecimiento del molusco.

En las últimas semanas los científicos del CSIC están utilizando un novedoso equipo autónomo autopropulsado, el primero de estas características que se utiliza en España, para tomar muestras y controlar el estado de la zona. Este sistema, con 14 horas de autonomía, permite evaluar de forma continua las características biológicas de la ría.

Gracias a este equipo, los expertos pueden conocer detalladamente el estado exacto de cada uno de los cultivos en todo momento, lo que permitirá en el plazo de dos o tres años crear un sistema de monitorización individualizado para cada batea, que mejorará la producción.

Este sistema también facilitará el estudio y control de las denominadas mareas rojas, causadas por biotoxinas, y minimizar sus efectos. "Supondría un impacto económico brutal", resalta María Dolores Fernández.

Los polígonos de bateas pueden estar cerrados por toxinas durante varios meses al año -en ocasiones hasta seis- con el consiguiente perjuicio económico para los productores. Por ello, un sistema como el que la compañía Proinsa trata de desarrollar en sus bateas permitiría individualizar cada una de ellas y reducir los tiempos de cierre.