El uso de los chalecos salvavidas al faenar a bordo de un pesquero es poco habitual, pese a que su utilización es obligatoria. Así lo han advertido en numerosas ocasiones distintos profesionales del sector y lo refrendan algunos de los últimos informes publicados por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim). El más reciente es el del naufragio del pesquero malpicán Nuevo Luz, que se hundió el 27 de mayo de 2011 a unas tres millas de A Coruña y en el que fallecieron dos de los seis marineros que iban a bordo. La investigación revela que todos los tripulantes trabajaban en la cubierta del cerquero sin tener puestos los chalecos salvavidas.

En el momento del accidente los seis tripulantes trataban de embarcar por el costado de babor -el izquierdo-, con el copo pegado al buque, el pescado que habían capturado. Mientras realizaban esa labor, el Nuevo Luz recibió un golpe de mar por el mismo lado, lo que hizo que embarcase agua y registrase una leve escora. Instantes después sufrió otro golpe de mar que provocó la entrada de más agua y de buena parte del pescado que había en el aparejo, lo que provocó el vuelco de la embarcación.

El suceso se produjo tan rápido que los marineros no tuvieron tiempo de soltar la balsa salvavidas del barco ni de dar la alerta. La balsa solo se infló al activarse la zafa hidrostática, mientras se hundía el buque, y los efectivos de salvamento tuvieron conocimiento de la emergencia al activarse, minutos después, una de las dos radiobalizas que tenía instaladas el pesquero.

Solo dos de los seis tripulantes del Nuevo Luz -el patrón y el mecánico- lograron llegar a la balsa salvavidas, mientras que los otros cuatro quedaron en el agua, agarrados a los corchos y boyas de las redes del barco. Dos de ellos fueron rescatados con vida y los otros dos fallecieron.

Al margen de la no utilización de los chalecos salvavidas, los investigadores del órgano colegiado adscrito al Ministerio de Fomento revelan en su informe otras irregularidades cometidas por el pesquero malpicán. Es el caso del número de tripulantes embarcados, que ascendían a seis "pese a que el pesquero estaba autorizado para un máximo de cinco personas, según figura en su Certificado de Conformidad".

La embarcación, sin embargo, tenía todos los certificados en vigor y los seis marineros contaban con las titulaciones y certificados necesarios para desempeñar sus funciones, "y al menos 10 años de experiencia en la pesca", según recoge el texto final sobre el siniestro publicado el lunes por la Ciaim.

Los investigadores también aprovechan el análisis del accidente para aclarar por qué el día del suceso los responsables de coordinar la acción de salvamento facilitaron a distintos pesqueros que participaron en el rescate una posición de la emergencia errónea, lo que retrasó la llegada de esos buques a la zona y provocó gran revuelo en el sector ante la queja de los patrones de que habían estado dando "vueltas" antes de encontrar el lugar exacto del incidente. La justificación del fallo está en que las coordenadas enviadas por las radiobalizas del Nuevo Luz y descifradas por los distintos satélites de seguimiento fueron varias y distintas en los primeros minutos de la emergencia, con lo que los responsables de Salvamento Marítimos tardaron en determinar la ubicación real de la emergencia. "Los servicios de salvamento actuaron conforme a los protocolos, enviando los medios de salvamento y los pesqueros que participaron en el rescate a la posición más precisa de que se disponía en cada momento", reza el texto de conclusiones del siniestro. "La posición del accidente que Sasemar emitió inicialmente hizo que algunos barcos que acudieron al rescate se alejasen del lugar del accidente. No obstante, este hecho no se debió a un fallo en los procedimientos o a errores del equipo humano a cargo de la detección de las radiobalizas sino a las limitaciones propias del sistema de detección y localización de emergencias mediante satélites", sentencia el informe de los investigadores de la Ciaim.

Otra de las deficiencias que detectaron los expertos es que la normativa por la que se regía el Nuevo Luz en materia de estabilidad no permitía llevar un control eficaz, por lo que instan a la Dirección General de la Marina Mercante a que exija a los buques de menos de 24 metros de eslora la realización de pruebas de estabilidad periódicas y el cumplimiento de la normativa española en vigor.

El órgano colegiado también considera necesario conocer la influencia que tienen los efectos dinámicos del oleaje y de los aparejos de pesca sobre la estabilidad de los pesqueros con el objetivo de intentar evitar sucesos como el del cerquero malpicán.

La investigación del naufragio del arrastrero de Marín Bahía de Portosanto -el 28 de diciembre de 2010 a unas 25 millas de Vigo- revela irregularidades en la composición de la tripulación -diez marineros- que los medios de salvamento rescataron tras conocerse la emergencia, que no coincidía con la detallada al pedir permiso para salir a faenar. Según el informe del suceso publicado el lunes por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), el último despacho del buque se produjo el 19 de noviembre de 2010 y en la lista de tripulantes se incluían un segundo patrón, un jefe de máquinas y un segundo oficial de máquinas que no estaban embarcados el día del siniestro. Por este motivo, a bordo del Bahía de Portosanto solo había un titulado de puente con formación suficiente para mandar el buque.

Mientras, el jefe de máquinas rescatado por los medios de salvamento tenía caducada desde 2004 su tarjeta profesional de mecánico de litoral y no contaba con certificado de embarcaciones de supervivencia y botes de rescate (no rápidos), avanzado de lucha contra incendios ni el de formación básica.

Otros dos marineros enrolados en el arrastrero, por su parte, carecían de formación básica mientras que el cocinero tenía licencia de patrón de pesca marroquí pero sin convalidar en España, con lo que no podía ejercer de patrón en sustitución del único titulado de puente que había a bordo -aunque los investigadores no apuntan en ningún momento que desempeñase esa labor-.

El Bahía de Portosanto naufragó tras registrarse una inundación en el parque de pesca que los marineros del buque no pudieron achicar. Los investigadores consideran que un diseño inadecuado del parque de pesca del pesquero y la mala gestión de las aberturas estancas provocaron su hundimiento.