Desde hace años, la Consellería do Mar intenta modificar una regla de uso para los naseiros que, sea cual sea el resultado de tal modificación, siempre solivianta al sector porque nunca se encuentra la fórmula que haga coincidir los planteamientos de la Administración con los de los profesionales. Y como quien hace la ley (en esta caso la norma) no son los marineros y las nasas no se calan en los despachos, son los políticos -muchas veces sin consulta previa a quienes saben de la cuestión- los que aplican aquello que les parece más adecuado. Y la víscera bombea y el presidente de la Federación Galega de Confrarías de Pescadores calla, es decir, otorga. Curiosamente, siempre en favor de la Consellería o, si se prefiere, siempre en contra de sus compañeros de profesión.

El eje de la protesta está ahora mismo en uno de los más importantes puertos pesqueros de Galicia: Ribeira, donde la nasa es como ese amigo que camina siempre al lado de uno. Calar una nasa para un marinero ribeirense es como llevarse a la boca un trozo de pan. Tan natural. Pero desde la capital gallega, donde las nasas solo se ven en fotografías o gráficos, entienden que tal arte de pesca ha de ser regulado como la norma establece y no como los naseiros pretenden.

Es una disputa sin sentido: Ribeira quiere dejar caladas las nasas durante la noche del mismo modo que las dejan los compañeros de profesión desde Corrubedo (una parroquia ribeirense) para Norte. Quieren ser como el resto de marineros naseiros de la provincia de A Coruña, y quieren que, de una vez por todas, se regule no a conveniencia del gobierno de turno, sino a la de toda Galicia. Quieren saber cómo se ha de trabajar en esta comunidad que es tan autónoma que ya nadie sabe quién es.

¿Cuál es el problema? Si Ribeira quiere hacer lo mismo que hacen de Corrubedo para Norte, ¿cuál es el perjuicio para la Consellería, para el sector?

Nadie discute, por otra parte, el uso del precinto de nasas al objeto de la identificación de éstas. Simplemente, se pretende que su obligatoriedad se logre paulatinamente y no de sopetón.

Entonces, ¿por qué se empecina la Consellería -y lo hace desde los tiempos de López Veiga al frente de este departamento- en llevar la contraria a un sector cansado ya de doblar la cerviz?

¡Con lo fácil que es escuchar, dialogar, atender y entender!