Alivio y alegría. Ambas palabras describen la reacción del sector pesquero ante la inminente sustitución de la comisaria de Pesca, Maria Damanaki, que desde el año 2009 en que asumió el cargo se hizo acreedora de constantes críticas y no solo del sector pesquero español. Su "ecologismo radical" ha sido una constante en las críticas a la comisaria por parte de una flota en permanente reducción y que espera de su sustituto que "considere también a los pescadores como parte del ecosistema". Esta es la petición de la patronal española Cepesca, cuyo secretario general, Javier Garat, calificó a Damanaki como "la peor comisaria de la historia".

"Ha conseguido una cosa difícil, que es la crítica unánime del sector pesquero en la UE", señalan los representantes del sector pesquero gallego, que destacan el "aluvión" de críticas que ha recibido por su gestión no solo entre la flota gallega y española, sino también entre las europeas, como la británica o la danesa, que llegan a tildarla de "oportunista" por anotarse éxitos como la reducción de la sobrepesca o de la reforma de la Política Pesquera Común (PPC), que ya se habían iniciado antes de su llegada. "La principal crítica que le hacemos es que no es una comisaria creíble, carece del rigor y parece actuar más por intuición que con datos científicos", afirma la flota gallega. Y a la hora de hacer un crítico balance, desde el sector pesquero gallego se anotan varios frentes.

EDescartes. Los primeros en empezar a aplicar la prohibición de los descartes, en 2015, serán los arrastreros pelágicos del norte de Europa y el sector afectado aún no sabe cómo se puede aplicar la norma y ya están pidiendo que se retrase un año. "Ello demuestra cómo se han hecho las cosas y si eso ocurre en una pesquería monoespecífica, qué va a pasar con las demás, como las nuestras", señala la flota.

EAletas adheridas. La obligación de descargar los tiburones con las aletas adheridas es otro de los "daños enormes" que el sector achaca a la gestión de Damanaki, con importantes pérdidas en el palangre de superficie, en su mayor parte gallego, al que esta nueva normativa pone en el límite de la viabilidad. "Científicamente se puede probar la procedencia de aletas y cuerpos pero Damanaki sin hacer caso a la ciencia ni al sector impulsó la normativa, que lo único que provocó es pérdidas, quiebras y barcos al desguace, y sin que las demás flotas del mundo lo cumplan", dice el sector.

EEl arrastre. Mientras la ONU, los científicos, Parlamento y Consejo de la UE opinaron que si se regula y se conocen bien los ecosistemas de profundidad se puede usar el arte de fondo, Damanaki (después incluso de aprobar el Parlamento una modulación de su inicial intención de prohibición del arrastre de profundidad -el sector interpreta que perseguía prohibir todo el arrastre-) volvió a criticar estas artes diciendo que son negativas e incluso recomendó no consumir pescado capturado con ellas, igual que atún rojo, lo que provocó airadas protestas del sector.

EAcuerdos pesqueros. La negociación de acuerdos con terceros países es otra de las acusaciones del sector a la comisaria. El de Mauritania, "como más negativo exponente", casi acabó con la flota cefalopodera gallega -de 24 unidades quedan poco más de una decena-, expulsada en 2012 del caladero en beneficio de los barcos chinos. Además, menos de la mitad de la flota europea usó las posibilidades de pesca de un acuerdo que costó 140 millones a la UE y que aún no ha sido renovado.

ESacrificios. Mientras Damanaki en sus informes habla de mejorías en pesquerías en rendimiento óptimo -especialmente las del Atlántico, donde faena la flota gallega-, "nada dice en sus informes de los sacrificios de la flota para cumplir esos objetivos, de la reducción de un tercio de la de Gran Sol ni de lo que implica en pérdida de empleo", señalan los armadores gallegos. Para Damanaki, denuncian, "ni empresas ni empleo cuentan, solo los datos biológicos y aplica brutales reducciones del 25% con un criterio de precaución en pesquerías con pocos datos científicos sin valorar los efectos sociales y económicos, como defiende FAO".