No estoy convencido de que sea exactamente lo que la mujer quiere; pero ese reconocimiento un día al año es lo menos que podemos ofrecer. Especialmente en el mundo de la mar, donde todavía existen tantos tabúes a la hora de pensar no en la presencia de la mujer a bordo de un barco, sea este cual sea, sino en la capacidad que la mujer puede tener para desarrollar en la máquina, el puente, el parque de pesca o la cubierta de un buque aquellas funciones que, hasta ahora, han sido "cosa de hombres".

El exconselleiro de Pesca de la Xunta, Enrique López Veiga, había intentado con toda la buena voluntad del mundo hacer que la mujer se integrara definitivamente en el sector pesquero y no solo como mariscadora, percebeira, armadora o conservera. Quería, y bien sabe Dios que lo intentó, que la mujer tuviese en el sector de la pesca idéntico protagonismo que el del hombre. Pero no lo consiguió. Es más, ni siquiera logró ese protagonismo de la mujer en todas las cofradías de pescadores ya que, en alguna de éstas, los propios estatutos vetaban a la mujer como socia de estas entidades. Pasado el tiempo, la mujer forma parte de los cabildos e incluso preside como "patrona mayor" un buen número de pósitos. Pero escasamente patronea un barco o forma parte de la tripulación de los pesqueros gallegos.

¿Machismo? No tengo dudas al respecto: ¡Sí!

En la pesca no existe aún el convencimiento de que la mujer puede hacer lo mismo que el hombre a bordo de un barco, se dedique éste a la especialidad que se dedique.

En la mar, la mujer es la que sustituye al hombre en el gobierno de la casa y el orden familiar. Es quien educa, quien da con su cariño y afecto aquel que el padre no puede otorgar debido a que este "siempre está en el mar".

La mujer es quien resuelve las cuestiones de tipo legal o administrativo que el hombre no puede atender debido a su dependencia del trabajo. Es quien sienta las bases para cualquier reclamación o planteamiento laboral de su marido. Pero no accede a bordo. Si acaso, colabora a la hora de vender en el mercado aquello que su pareja ha pescado. Pero no la verá usted armando aparejos, salabardeando pescado... No, éstas son "cosas de hombres". Si acaso, organizan la oficina de la casa armadora, pagan los salarios en cualquiera de las múltiples modalidades en las que los marineros perciben su remuneración; pero no largarán un trasmallo, no colaborarán en el izado a bordo de un tren de bolos (que los hay, aunque se diga que no) o de unas betas, y ya no digamos de aparejos de arrastre, de cerco o, válgame Cristo, de esa especie de tren con pinchos que es el palangre.

No. La mujer tiene su día internacional en el 8 de marzo. Pero la mujer no ha llegado todavía a la mar por derecho de igualdad. Una igualdad que no se le reconoce por más que se diga que sí con la boca pequeña.