La organización ecologista Sea Shepherd ha iniciado una nueva campaña en aguas de la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos Antárticos (Ccamlr, por sus siglas en inglés) para intentar detener a los buques piratas que se hacen con merluza negra de forma ilegal. La operación Icefish 2015-16 comenzó hace una semana en Melbourne (Australia) con la salida del Steve Irwin, que navegará por las gélidas aguas del océano Antártico con dos objetivos primordiales: el Kunlun y el Viking, los dos únicos pesqueros que han escapado a la Justicia que el año pasado puso freno a cuatro de estos piratas, la mayoría de ellos relacionados con armadores gallegos y con tripulación de la comunidad a bordo.

Previo paso por Fremantle (también en Australia), Sea Shepherd navegará durante unos tres meses para intentará repetir los éxitos de la operación desarrollada entre diciembre del año pasado y abril de este año, en la que cayeron cuatro buques. El primero fue el Thunder tras una persecución por tres océanos durante la friolera de 110 días. Se hundió en Santo Tomé bajo circunstancias sospechosas y los tres acusados -dos gallegos de Muros y Ribeira y el capitán, chileno- fueron multados con 15 millones de euros y condenados a penas de entre 32 y 36 meses de cárcel cada uno.

En agosto, el capitán y dueño del Perlon fue encarcelado y multado por un tribunal de Malasia, país que retiene el barco desde mayo. Precisamente ese mes cayeron en Cabo Verde el Songhua y el Yongding. Los tres buques siguen, por el momento, retenidos.

Por otro lado, dos son las embarcaciones de los conocidos como "seis bandidos" a las que ahora los ecologistas quieren dar caza. El Viking, arrestado por Malasia en marzo, fue liberado tras pagar una multa de 71.500 dólares. Con bandera de Nigeria, el barco contaba con 18 hombres: un chileno, dos peruanos y 15 indonesios. Por su parte, el Kunlun, relacionado con armadores gallegos, escapó de Tailandia en septiembre tras cinco meses detenido por intentar descargar 182 toneladas de merluza austral haciéndola pasar por mero y con un nombre diferente en el casco de la embarcación: Taishan. Junto al Songhua y el Yongding (además del Tiantai, hundido el año pasado), este barco está siendo investigado por España en la operación Sparrow, que llevó a cabo registros en varias sedes de armadoras en Galicia y acaban de ser propuestas para sanción junto al resto de los implicados con multas de más de 14 millones. A bordo trabajaban varios gallegos.