La ralentización de la actividad en las economías emergentes, sumado a la competencia que está haciendo el fracking al petróleo, ha empujado el crudo a su precio más bajo en los últimos ocho años. Los países árabes necesitan los ingresos, de ahí que desde la OPEP no se hayan puesto de acuerdo respecto a la reducción de la producción. En definitiva, hay exceso de oferta y poca demanda, por eso los precios caen. Y este escenario macroeconómico o geopolítico se ha convertido, sin quererlo, en un aliado para la flota gallega no solo de NAFO, sino también de Gran Sol o las Malvinas. Como ha sucedido en el caso canadiense, la caída del Brent -indicador de referencia para el petróleo en Europa- ha provocado que solo una empresa se postulase en 2015 para iniciar prospecciones de petróleo con buques sísmicos frente a Nueva Escocia. Sin embargo, la cotización del crudo solo retrasará los eventuales proyectos de extracción, y la actividad de los sísmicos, aunque más reducida, continuará en los caladeros.