Resulta evidente que hay algo que no encaja aquí: Galicia registra una alta tasa de desempleo y los armadores se quejan porque aseguran tener grandes dificultades para conseguir las tripulaciones mínimas que sus barcos han de completar para hacerse a la mar. Una organización como es Aetinape desmiente al Gobierno cuando éste incluye al sector marítimo-pesquero entre los de los puestos de trabajo de difícil ocupación. La Consellería do Mar afirma que entre enero y junio se han beneficiado de su oferta formativa de puertos y cofradías y de las de los centros dependientes de la propia Consellería cerca de 2.300 alumnos, para los que el organismo de la Xunta destina más de 800.000 euros cofinanciados con el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP) en el período de octubre de 2016 a diciembre de 2017. Estos cursos tienen que ver con la formación sanitaria específica inicial, marinero pescador, formación básica en seguridad, patrón local de pesca, formación sanitaria avanzada y operador del Sistema Mundial de Socorro y Seguridad Marítima, además de los propios de avanzados de lucha contraincendios, de embarcaciones de supervivencia y botes de rescate no rápidos, certificados de mariscadores y de percebeiros.

Al margen de otras cuestiones, considero que si hemos sido capaces de formar en seis meses a más de 2.000 alumnos y alumnas, y teniendo en cuenta que algunos no han hecho otra cosas que actualizarse en el desempeño de sus funciones a bordo, cabe pensar que muchos de los que han accedido a la formación como marinero pescador, patrón local de pesca, mariscador, percebeiro, etc., habrán pasado a desempeñar un trabajo en la mar. Porque, de no ser así, ¿cómo se explican las quejas de los armadores, las protestas de Aetinape, la función de las escuelas náutico-pesqueras y esa inversión no menor de 800.000 euros (con aporte comunitario incluido)?

¿Estamos formando trabajadores marítimo-pesqueros o, simplemente, convocamos cursos como quien toca la campana en el puente de un barco abandonado? ¿No hay quien quiera ser tripulante de un barco pesquero? Y si es así, ¿para qué están las escuelas de formación náutico-pesqueras y una inversión nada despreciable en la formación de personas que, a posteriori, no se emplean en la mar y, supuestamente, tampoco en tierra?

No voy a ser yo quien ponga en duda los datos de la Consellería do Mar a este respecto. Pero no me cuadran por más que intento hallar una respuesta. Lo lógico sería disponer de un desempleo muy inferior en el sector. Y no es así.

¿Por qué?