Cerca de un centenar de personas se han visto afectadas en su salud por la ciguatera, una toxina que se concentra en la cabeza, el hígado y las gónadas de peces de gran tamaño, como la barracuda caribeña, o peces de alrededor de 60 kilos de peso en aguas canarias.

Nada se ha dicho hasta hace 13 años de la presencia de tal toxina en los grandes peces canarios, pero la ciguatera ha provocado once casos de problemas gastrointestinales en España, todos ellos en Canarias, con 96 personas afectadas desde que en 2004 se detectasen los primeros. Estos se repitieron en 2008 y 2013, lo que no basta para que el consumo de esos grandes peces se mantenga.

A diferencia del anisakis -habitual en la merluza-, la ciguatera no muere en la congelación ni se localiza visualmente. Tampoco por el olfato. Pero la ciaguatoxina, un alga microscópica que la porta, sirve de alimento a los peces herbívoros, que son los que inician la transmisión del problema en la cadena alimentaria, generando problemas gastrointestinales.

La toxina no afecta al pez, pero sí al estómago humano en forma de intoxicación alimentaria. Los síntomas se perciben entre las 12 y las 24 horas posteriores a la ingesta del pescado que la porta. No causa daños graves para la salud, pero sí molestos, con hormigueo en la lengua y la boca, dolores musculares e inversión térmica (calor al tocar objetos fríos y viceversa), diarrea, náuseas, vómitos, alteraciones del ritmo cardíaco y bajada de la tensión arterial. La mortalidad es menor del 0'1%.

Aunque los casos de intoxicación alimentaria por este parásito son mínimos, hay quien relaciona la presencia de la ciguatera en esos grandes peces canarios como el medregal (una especie de bonito) y el mero, posiblemente procedentes de la pesca deportiva.

Tiene nombre de baile y nada se sabía de tal parásito antes de los primeros casos, lo que ha llevado a especulaciones en torno a la posibilidad de que el tan cacareado cambio climático haya prodigado el crecimiento en los fondos marinos canarios del alga que porta la ciguatoxina y que los peces de gran tamaño, como importantes "comedores" de algas, puedan producir más casos de intoxicaciones que, si bien no son peligrosas, sí producen molestias desagradables.