El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, tantea la posibilidad de ofrecer a Londres el acceso a la Unión Europea de sus productos a cambio de cuotas pesqueras en aguas de Gran Sol y Malvinas. Esta es la única de las cuestiones trasladadas a la CE por los eurodiputados respecto al futuro de la pesca tras el Brexit que recibió respuesta, el pasado día 22. Reino Unido dejará de formar parte de la Unión Europea el 29 de marzo de 2019 pero todavía no hubo ningún avance en las negociaciones del Brexit. Mientras, la incertidumbre campa en el sector pesquero, que ignora si podrá acceder a aguas británicas (de Europa y el Cono Sur), para qué especies y bajo qué condiciones.

Juncker defiende así la necesidad de "garantizar el acceso a las aguas, la gestión de los stocks conjuntos y el acceso a los mercados" dada la gran "interdependencia" de la UE y Reino Unido. "Un acuerdo sobre estos aspectos es de interés mutuo", añadió el político, que se sube en parte al carro del ministro británico Michael Gove, que ya defendió en sede parlamentaria un acuerdo al estilo de Noruega o las islas Feroe para garantizar que sus productos pesqueros sean comercializados en el continente sin penalizaciones, lo que implicaría el acceso de barcos extranjeros a sus aguas. Eso sí, con un reparto de cuotas basado en sus propios criterios científicos, con los que se repartirían año a año las posibilidades de pesca.

Esta es una opción que no gusta al sector pesquero gallego, con 140 buques que dependen completamente de aguas británicas, porque no ofrece estabilidad. "No es un buen modelo, todos los años hay cambios, estás siempre con la espada de Damocles encima", indican fuentes de la flota. Para el presidente del Consejo Consultivo de Flota de Larga Distancia (LDAC), Iván López, la UE debe poner en valor el acceso al mercado de los productos británicos en el continente para alcanzar el mejor acuerdo posible. Pese a lo escueto de las declaraciones de Juncker, el presidente de la CE, en respuesta a una pregunta parlamentaria del eurodiputado danés Jens Rhode, sí trató de disipar uno de los temores de la flota, y es que la pesca se convierta en asunto accesorio durante las negociaciones: "La Comisión considera esto una prioridad para proteger los intereses de los Veintisiete".

La presión de la flota a Londres es intensa entre los que apuestan por dejar fuera a todos los barcos de bandera extranjera y los que acceden a dejarles pescar en sus aguas pero con muchas limitaciones. Es el caso del colectivo Fishing for Leave, que da por hecho que "después del Brexit seremos como Noruega o Feroe". Su beligerancia es conocida en el sector y pretenden que los barcos no británicos se queden únicamente con el 30% de las posibilidades de pesca para "rejuvenecer una industria multimillonaria" y ser "tan sostenibles y exitosos" como Noruega, Islandia y Feroe. Pero tres cuartas partes de sus productos pesqueros los exporta a países de la UE, de ahí que en la industria propongan utilizar esta baza para resolver la encrucijada del Brexit de la mejor manera.