Sí, el Ministerio de Agricultura y Pesca ha dado el paso definitivo para que el capón de Vilalba sea inscrito en el registro comunitario de denominaciones de origen, lo que significa que se va a morir como lo ha hecho hasta ahora, cebado y bien cebado, pero lo hará con todos los honores que le faltan a nuestra humilde sardina, a la que el mismo Ministerio ha liquidado por la puerta falsa desde el sur de Fisterra al río Bidasoa tras diez días de pesca autorizada en base a una concesión milagrosa de mil kilos por embarcación y semana. Vamos, que no ha ganado el armador para arranchar el barco -de cerco o de xeito- y ya me lo tiene usted como alma en pena tratando de encontrar a qué dedicarse los próximos días porque la sardina se ha acabado para estos segmentos de flota hasta 2018. Pero el capón de Vilalba ha salvado su honra.

Por el arco del triunfo, vamos, se lo han pasado. Los unos, por falta de previsión; los otros, posiblemente por haber pescado más de lo que debían cuando nadie lo esperaba. Por ejemplo en Cantabria, donde las matan callando.

Pero la sardina se acabó para 2017. Sin remedio. Como quien no quiere la cosa. Sin alharacas.

Y detrás viene el jurel. Un pescado humilde, que lo mismo sirve para ser saboreado lañado y asado en la brasa que cocido, frito o en escabeche. Pero escaso. Codiciado, incluso, como cebo vivo. Disputado, pues. Y regulado, muy regulado en todo el Cantábrico Noroeste. Pieza maestra para el intercambio de intereses y rompedero de cabeza para el cerco y el arrastre de litoral. Mientras, Xunta y Secretaría General de Pesca se lavan las manos. No va con ellos. Ya se apañarán para salir del atolladero aquellos que sufren las consecuencias de su escasez e incluso las de su abundancia.

El jurel llega con fecha de caducidad. Como se fue la sardina. Con sordina. Mirando a oriente desde el poniente. Hundiendo en el mar todas las expectativas y sin tren de bolos. Un jurel que llevarse a la chona. Por favor, Europa. Que no volveremos a pecar pescando y no harán falta sanciones que justifiquen tus recortes de capturas. Pero al jurel, ni le toques. Es algo muy nuestro, de la bajura. No lo quiere nadie en Europa para comer más allá de Portugal y España. Lo de ellos es la harina de pescado para la acuicultura. A ver si te enteras.

Nunca he visto tal dislate. Y lo justifican. Los próximos TAC y cuotas jugarán nuevamente al gato y al ratón con las escamas. Los euros se irán por la atajea. Y aún así dirán que han sido generosos. Miau.