El investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Julio Valeiras coordinó la campaña Descarsel 2017, cofinanciada por la Secretaría General de Pesca y el Fondo Europeo Marítimo y Pesquero (FEMP) y con el objetivo de probar redes invertidas para mejorar la selectividad pesquera del arrastre de fondo en el caladero Cantábrico Noroeste y comprobar la supervivencia de los descartes.

- ¿En qué consistieron los trabajos?

-Participamos 15 científicos durante doce días en los que realizamos 43 lances, cuatro nulos. Trabajamos desde la ría de Vigo hasta cabo Ortegal, no nos dio tiempo a realizar ninguno en el Cantábrico. Fue un éxito porque es la primera vez que se hace en España. Llevamos a bordo cinco tipos de redes para comparar la selectividad y el comportamiento pesquero de estas artes.

- ¿Qué tipos de redes eran?

-Probamos un copo de una malla de nudo atravesado que se conoce técnicamente como T90, que es igual que la red normal pero girada 90 grados, por lo que los nudos no van en la misma dirección y dejan una pequeña abertura más que la malla romboidal que se utiliza normalmente. Usamos otra red de arrastre de fondo que llevaba un panel de malla cuadrada, que consiste en un trozo de red justo antes del copo con una malla de 100 milímetros. La intención es que los juveniles tengan una vía de escape por ahí. Usamos otro aparejo de pesca de arrastre que se usa en Galicia, en el Cantábrico, para pescar jurel y caballa, y también pusimos otro copo de 90 para ampliar la selectividad. Las redes llevaban unos sobrecopos de una malla de 35 milímetros, por lo que podíamos capturar los ejemplares que pasaban a través de la primera red: si sabemos lo que escapa y lo que queda dentro del copo podemos conocer las proporciones y tallas de los ejemplares que se capturan y de los que no y comparar las redes.

- ¿Cuáles son más efectivas?

-En las redes que usan los pescadores actualmente ya hay una selectividad importante, los peces pequeños ya escapan. Muchos barcos usan la malla de 70 milímetros, que supone que se pesquen muchos menos juveniles, pero con la T90 podría mejorar. El panel de malla cuadrada tiene un resultado parcial, hay que mejorar la situación, las dimensiones y la colocación.

- ¿Qué consecuencias tendrán para las especies?

-La percepción que tenemos es que en algunas especies, sobre todo las fusiformes (peces alargados como la merluza y el lirio), los juveniles escapan en mayor proporción con la maya de 90 porque la apertura se lo permite. Es prometedor porque hay un descarte muy importante de carioca y de lirio pequeño en este caladero y sería una solución para la obligación de desembarque y que no se tengan que traer [a puerto]. Con la nueva Política Pesquera Común no van a poder venderse para consumo humano directo y esto puede provocar pérdidas económicas, tiempo de trabajo, ocupación de la bodega... Creemos que se puede llegar a evitar entre el 18% y el 20% de juveniles descartados con esta malla y a lo mejor puede mejorarse todavía más esa selectividad.

- En 2016 se hizo un estudio a bordo de barcos comerciales.

-El año pasado, en noviembre, hicimos una experiencia en un arrastrero de fondo de Burela y en una pareja de Celeiro. Probamos este tipo de mallas con ellos y nos sirvió para obtener los primeros resultados y como primer paso para mejorar las redes de pesca.

- ¿Por qué usaron este año el buque oceanográfico Miguel Oliver ?

-En la Mesa Estatal para la Eliminación de los Descartes (en la que participa la Administración central, el sector pesquero con representantes de toda España, los científicos y las ONG) se planteó realizar una serie de trabajos a lo largo de tres años. El Miguel Oliver está equipado con una tecnología muy buena para ver cómo funcionan las artes de pesca, con mejores sensores de red que nos permiten saber la apertura horizontal y vertical de la red, la profundidad a la que está en cada momento, como van las puertas, las malletas, la temperatura del fondo? Tenemos una medición cada segundo y esto es más complicado en los barcos de pesca. En el buque oceanográfico disponemos de un control total y estándar de las redes y nos permite llevar más personal a bordo.

- ¿En qué especies se centraron principalmente?

-Estudiamos las cigalas, las rayas y algún pez plano como el lenguado para ver qué supervivencia tenían. Si tú pescas y no tienes cuota o el pez no tiene talla, estás obligado a llevarlo a tierra. ¿Pero qué pasa si todavía está vivo? Lo que dice el sentido común es que se pueda devolver al mar. Analizamos cuáles tienen posibilidades de continuar viviendo, para lo que llevamos a bordo una serie de tanques, hicimos un seguimiento con cámaras y medimos parámetros como la temperatura y la oxigenación del agua y el estrés en sangre a través del cortisol, por ejemplo. Si tomamos los niveles de cortisol en el primer momento y a las 24 horas han bajado, quiere decir que ese pez tiene una oportunidad de continuar viviendo. Se estudia el comportamiento de las especies y se hace una valoración de su estado físico, como el tipo de heridas que tiene.

- ¿Qué podría hacer la flota?

-La supervivencia depende mucho del tipo de arrastre, de la cantidad de horas que va la red en el fondo, del tiempo al que se expone el pescado al aire una vez se sube a bordo, de la temperatura ambiental o la falta de agua. En Francia bajando el tiempo que las cigalas esperan a bordo en el proceso de selección del pescador y tratan de devolver los juveniles al agua lo antes posible.

- ¿Es posible la explotación sostenible del recurso sin perjudicar al sector?

-La idea es buscar medidas que tengan el menor impacto socioeconómico. El sector insiste en que además de la sostenibilidad biológica de los stocks pesqueros es importante la socioeconómica. Este tipo de estudios buscan tener más información y ver la viabilidad de las posibles medidas. En estos momentos estamos en un proyecto LIFE europeo que se llama Iseas en el que trabajamos con otros institutos como el CSIC, el Cesga o el Cetmar y que busca precisamente estudiar cómo reducir los descartes, valorizarlos y hacer un análisis socioeconómico del impacto de la obligación de desembarque en el sector.

- ¿Es prematuro fijar la obligación desembarque para 2019?

-En el oceanográfico creo que empezamos a trabajar con los descartes en 1997. La primera campaña de selectividad fue en los años 60, en los 90 y 2000 se hicieron bastantes experiencias y en los últimos 15 años recogemos datos de descartes de forma estandarizada y continua. Siempre se ha visto como un problema a resolver. Creo que los primeros movimientos a nivel europeo fueron en 2012, con un documento que ya habla de prohibir los descartes en Europa. No sé si es prematuro o no, pero es complejo y requiere un esfuerzo importante de todos los actores, es una cuestión a nivel europeo y es necesario que haya periodos de adaptación para las diferentes pesquerías y especies.

- ¿Qué modalidades son las más afectadas?

-Las que llamamos pesquerías mixtas, que capturan varias especies a la vez. Todas descartan pero no en la misma proporción, por lo que no tienen las mismas dificultades para mejorar la selectividad. Nosotros trabajamos en estos proyectos con el arrastre, pero se han estudiado y se estudiarán todas. Ya hace varios años que la obligación de desembarque funciona para las especies pelágicas del cerco o el palangre de superficie, que en principio tienen una exención por alta supervivencia porque son capaces de devolver al mar las capturas si no son la especie que buscaban.

- En la campaña también usaron cámaras submarinas. ¿Qué observaron con ellas?

-Vimos cómo va pescando el arte y el comportamiento de las especies, muy importante para la selectividad. La caballa y el jurel tienen una capacidad de natación y una resistencia increíbles y se mueven dentro del aparejo de pesca. Para estas especies cabe la posibilidad de usar determinados dispositivos selectivos porque son capaces de nadar a suficiente velocidad como para adelantarse y salir por arriba de la red. El lirio tiene cierta actividad y una capacidad importante de atravesar las mallas. Otras especies se ven atrapadas por el copo y no son tan activas, no resisten tanto dentro.

- ¿Cree que medidas como las cámaras a bordo para vigilar a la flota son exageradas?

-Nosotros no hacemos control pesquero, investigamos los stocks, pero creo que hay que buscar otras medidas de regulación de los descartes. Lo que interesa es lograr que no lleguen a bordo. La concienciación de los pescadores es cada vez mayor y se ve en la colaboración con los científicos.