Lo que la Política Pesquera Común (PPC) no pudo o no supo prever por su incapacidad (nada nuevo bajo el sol) se llama ahora malos reclutamientos e índices de biomasa bajos. Pero los pescadores del cerco y otras artes de Galicia no se llaman a engaño: hasta hace tan solo unos días el toque a rebato se producía porque el ICES advertía de la escasez de jurel y caballa. Ahora es la abundancia de caballa y jurel la que impide que suba la sardina a las aguas ibéricas.

¡Y ya está! Meu dito, meu feito. Todos tranquilos. Y si hay que pasar quince años sin pescar sardina, más se perdió en la guerra de Cuba. Cuando se pueda capturar nuevamente a la señora Pilchardus, careceremos de barcos. Pero no hay problema: reducimos el TAC y mantenemos la biomasa. Así habrá sardina. Y más la habrá si, de paso, continuamos reduciendo la flota.

Los datos, no obstante, son tercos y se plantean cómo la biomasa de la sardina se recuperó desde 2014, cuando se aprobó el plan de gestión conjunto entre España y Portugal para esta especie que tanto disfrutamos gallegos y lusos. Se pasó entonces de las 115.536 toneladas (año 2015) a las actuales 146.836, un incremento en dos años del 32% en la biomasa. Pero continúan diciendo que los reclutamientos de sardina son malos y que son bajos los índices de biomasa. Lo dice el ICES, claro; no los pescadores, porque estos no tienen flauta que tocar en el concierto de los sabios. Los reclutas se han ido de baranda.

Y no estaba muerta, no, no, estaba de parranda.

Que no importa, oiga, lo que pueda suceder -como tantas veces hemos dicho- a un sector que da de comer a centenares de familias en Galicia. Estamos lejos de los centros de poder y las decisiones nos llegan como de rebote.

Ah, eso sí: el Gobierno lo peleará ante Bruselas. Pena que para la UE no sea de aplicación el artículo 155 de nuestra Constitución. Sin sueldos los dejaba yo. Es lo que merecen.

Si no fuese por el daño que causan, habría que tomarlo a chacota.