La megafactoría en la que Pescanova y el Gobierno portugués enterraron 200 millones de euros terminó por convertirse en una panacea para el principal competidor de Nueva Pescanova en el segmento del rodaballo. Stolt Sea Farm, que no realizó ninguna inversión en la infraestructura, firmó un acuerdo con la administración concursal de Acuinova Actividades Piscícolas (nombre de la exfilial de Pescanova) para comercializar su pescado.

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