El expresidente de la Xunta y ex director general de Puertos del Estado, el coruñés Fernando González Laxe, hace años que envía avisos claros sobre el futuro portuario de Galicia y lo que, para mí, es la inoperancia del sistema de puertos de la comunidad, diseñados -los del Estado y los de la Xunta- sin visión de futuro, cuando no desconociendo absolutamente cómo se establecen los parámetros del desarrollo inmediato del que González Laxe denomina "tablero internacional" para referirse a los tráficos internacionales que nada o casi nada inciden en los puertos gallegos, con la excepción del transporte de vehículos y de graneles líquidos tratados o para tratar en la refinería de petróleos de Bens (A Coruña), el gas natural licuado suministrado a la factoría de Mugardos, los sólidos (carbón) descargados en Ferrol y que van a parar a la central de Endesa (As Pontes), los escasos contenedores del puerto de Vigo, los atunes congelados que llegan a los puertos arousanos de A Pobra y Ribeira y la dunita y madera cargadas en el de Cariño. Vigo, Marín, Cangas, Celeiro, Ribeira, Burela y A Coruña reciben el grueso de los desembarques de pescado.

Todos, incluidos los de Vilagarcía y San Cibrao y los considerados puertos exteriores de Ferrol y Langosteira, tienen tan escasa capacidad de atraque que, como dice Laxe, apenas tienen futuro tanto por el calado como por la eslora y las cargas que transportan los nuevos mastodontes del mar que pasan frente a las costas de Galicia pero no acceden a sus puertos.

Me pregunto si el futuro de estas construcciones seguirá la misma línea que los pesqueros con base en Galicia y que no fue otra que la del desguace.

Para el diseño de los que iban a ser dos grandes puertos exteriores de Galicia no se tuvieron en cuenta, entre otras, las enormes dimensiones de los buques portacontenedores, los espacios necesarios para alojar esos portacontenedores y ni siquiera se jugó con la importancia del transporte marítimo. Nuestros puertos esmorecen sin que nadie haga nada por ellos. Ni siquiera por los pesqueros, conocedores como son nuestros políticos de que el futuro de la pesca está en los aviones y los camiones que transportan el pescado que nuestros cada día más escasos barcos capturan en caladeros cada vez más alejados de nuestra insignificante plataforma.