La búsqueda de materias primas en los fondos marinos preocupa a las instituciones de la Unión Europea. Por ello, el Parlamento Europeo aprobó recientemente un texto en el que exige prohibir estas actividades hasta que haya estudios que permitan calibrar su impacto en el medioambiente.

Y es que la minería submarina está al alza: los proyectos comienzan a agolparse, las empresas que se dedican a ello se frotan las manos y hasta existe una organización (la International Seabed Authority, ISA) que regula la actividad y que hasta la fecha emitió licencias que cubren ya 1,3 millones de kilómetros cuadrados. Alguno de estos permisos afecta a caladeros tan importantes para la flota gallega como son los de Namibia o, más recientemente, Sudáfrica y, según acaba de publicar la Universidad de Exeter (de Reino Unido), la minería submarina podría causar "daños irreversibles" a los ecosistemas marinos.

La de la Eurocámara es la primera institución política que eleva la voz para enfrentarse a la minería submarina. Lo hizo, además, con un gran apoyo, ya que la resolución recibió 558 de los 666 votos emitidos en el Parlamento Europeo. El objetivo de esta iniciativa es que la industria no se desarrolle principalmente en los fondos marinos europeos, pero también busca frenar su expansión en otros lugares del mundo ya que, además de la moratoria, insta a Bruselas a convencer a los estados miembros para que dejen de respaldar y de subvencionar licencias en aguas internacionales.

La medida, que pasó desapercibida como una disposición en el marco del plan sobre gobernanza de los océanos de la UE, sirve también como contrapunto a las actividades que desarrolla la ISA, la organización que decide desde su sede en Jamaica y a puerta cerrada cómo expandir las operaciones mineras en los océanos Atlántico, Índico o Pacífico. Según los medios especializados, actualmente el ente desarrolla regulaciones para la industria, pero ya emitió licencias de exploración para, al menos, 28 contratistas.

La noticia se une a la intención de Irlanda, conocida a principios de febrero, de avanzar en la prohibición de la exploración petrolera en sus aguas, lo que beneficiará a la actividad de la flota pesquera gallega que trabaja en Gran Sol. Más difícil lo tendrán los barcos de las empresas de la comunidad que pescan en caladeros como los de Namibia o Sudáfrica. Ambos países están iniciando la minería submarina para extraer fosfato y, en el primer caso, la empresa De Beers taladra desde hace tiempo el lecho marino para extraer diamantes.

La Universidad de Exeter publicó recientemente un estudio en Frontiers in Marine Science en el que indica los efectos de esta industria, que podría causar "un daño irreversible" a los ecosistemas de aguas profundas, que tardarían "décadas, siglos o incluso milenios" en recuperarse. Uno de los responsables de la investigación, David Santillo, reconoció que el conocimiento sobre los fondos "es aún limitado" pero señaló que estos espacios "son muy sensibles". "Parece prudente tomar precauciones para evitar daños que podrían tener consecuencias imprevistas y duraderas", comentó Santillo al medio especializado Science Daily.