Es igual cada año. Y como cada año, pasó el día y pasó la romería: nadie volverá a hablar de brecha salarial, de techo de cristal, de igualdad de oportunidades y esas pequeñas grandes cosas que, también en la mar, harían posible un mundo distinto. No sé si mejor, pero sí diferente.

En la víspera del Día Mundial de la Mujer Trabajadora, el 7 de marzo, la voz de una mujer dejó claro en el Parlamento gallego que nada ha cambiado a mejor, sino a peor para la mujer en el trabajo en la mar. La trabajadora ha perdido uno de cada cuatro permisos de extracción ( permex) desde 2009, por lo que a día de hoy son 2.807, cuando entonces eran 3.887; en el Régimen Especial del Mar hay 1.803 afiliadas menos; en la pesca extractiva solo son un 5% las mujeres ocupadas; en la acuicultura un 26%. Y las mujeres tienen pensiones medias de 579 euros, frente a 1.090 los hombres.

Lo dijo, fuerte y claro, la portavoz de Pesca del Grupo Socialista, Loli Toja, en la sesión de control al Gobierno, al que reclamó incentivos para impulsar que las trabajadoras del mar "vayan a bordo" y se reconozca "el papel de las mujeres en el sector", que "vayan adelante", para demandar además a la conselleira do Mar "solidaridad con la mujer del mar".

Solidaridad y reconocimiento, digo. Porque, como Toja señaló, "falta conciencia social" sobre la importancia de la contribución de estas mujeres para las que no existen coeficientes reductores en la edad de jubilación, reconocimiento de enfermedades profesionales o, como en su día propuso el exconselleiro López Veiga, incentivos para la contratación de mujeres a bordo. Máxime en este momento cuando la carencia de relevo generacional motiva la contratación de tripulantes extranjeros.

Me gustaría que en algún momento el periodista que escriba sobre el papel de la mujer en el sector marítimo-pesquero pueda decir que el colectivo de mujeres trabajadoras de la mar ha logrado la equiparación salarial con el hombre (a igual trabajo, igual salario), que se les ha otorgado el derecho que solicitan a disponer de guarderías en las inmediaciones de los puertos pesqueros y un trato en absoluto discriminatorio por el simple hecho de ser mujer.

Ojalá lo lean.

Amén.