Ha hecho bien el armador de un buque pesquero de esta comunidad en armar su barco con vela fija para ahorrar combustible. El precio de éste y las borrascas y depresiones aconsejan rolar y poner vela donde antes (hasta ahora mismo) se ponían euros para pagar los miles de litros de gasoil que las embarcaciones de todo porte dedicadas a la pesca consumen.

Es muy probable que al veterano Balueiro sigan otros armadores y que los mares se vuelvan a poblar de velas, como acontecía en los años 60 del siglo pasado -y antes, naturalmente-.

El precio del combustible vuelve a ser prohibitivo, mientras que el viento todavía tiene un precio asequible si no alcanza la potencia de estos días borrascosos. Asequible, si permite hacerse a la mar y no como en los últimos tiempos, que obliga a permanecer a buen resguardo en esos peiraos que la Xunta quiere destinar sí o sí a amarres de embarcaciones deportivas. Porque que nadie lo dude: en pocos años Galicia será la comunidad más poblada de barcos de recreo, con el fantasma de los pesqueros pululando entre los tinglados de los muelles porque el soplete habrá acabado con ellos. Los tripulantes serán otros fantasmas que contarán historias y que, de cuando en veces, emitirán suspiros contenidos porque también habrán perdido la oportunidad de haber sido guías turísticos a bordo de pesqueros de litoral, oficio para el que no piden certificados de idoneidad marinera.

La decisión de recurrir a la vela fija (compatible con el motor) es un cara a cara a la falta de decisión del Gobierno de aquilatar los precios del combustible reduciendo sus beneficios y las ganancias de las petroleras, en cuyos consejos de administración no figura ningún armador, marinero, patrón o maquinista.

Se suceden las borrascas y ahora nos hablan de trenes de las mismas allí donde antes nos señalaban las líneas muy juntas de las isobaras y las depresiones profundas. Esto está cambiando, los inviernos vuelven a ser como los de antes, cuando en las casas había que recurrir a las velas porque las compañías distribuidoras de electricidad eran incapaces de solucionar los problemas que el viento y la lluvia causaban.

Navegar a vela es algo que muy pocos profesionales de la mar hacen. Y que muy pocos sabrían hacer. Al paso que vamos, la vela volverá a ser compañera con más o menos gualdrapazos marcando el paso de la proa en la mar.