De existir un gran angular para visualizar la parte marítima del planeta Tierra, caeríamos en la cuenta de que todos los mares y océanos forman parte de un único gran mar al que pertenecen los pulpos que capturan los marineros para vender al mejor postor.

Galicia tiene al pulpo como uno de sus platos estrella en una gastronomía rica y secular. En sus dos mares, amén de las distintas rías que perfilan su peculiar silueta marinera, los pescadores de bajura y una pléyade de jubilados, furtivos y pescadores deportivos, utilizan los aparejos para capturar este rico cefalópodo que, cocinado en la casa de uno o bien en cualquiera de los infinitos bares, restaurantes y pulpeiras de este país, parece no tener nacionalidad reconocida.

Presumimos los gallegos de tener el mejor pulpo del mundo. Se barajan hipótesis mil para demostrar esa calidad: desde el pulpo que se captura en el banco canario-sahariano, reconocible por su doble hilera de ventosas en cada tentáculo, al gallego, que se localiza con relativa facilidad en la costa rocosa, las apreciaciones de unos y otros para valorarlo se concretan en el "toque" de la cocción del poco grato animal marino a cargo de pulpeiras o pulpeiros y que, curiosamente, se ubican mayoritariamente en poblaciones del interior de la comunidad.

En un reciente debate en Facebook, opiniones para todos los gustos dejaban claro que hay quien considera que, siendo el de Galicia el mejor pulpo, lo es más todavía el del área de Fisterra. Y coincidía la mayoría en que la producción de pulpo de esta comunidad sería totalmente insuficiente para suministrar materia a la cuarta parte de los establecimientos que lo ofertan. El pulpo que mayoritariamente se oferta en la hostelería gallega procede de aguas marroquíes y de las del banco canario-sahariano y Mauritania.

¿Comemos pulpo capturado en aguas gallegas o, como se dice, consumimos pulpo de la costa occidental africana porque el gallego no es suficiente para atender las necesidades del servicio gallego de hostelería?

Sea como fuere, es el pulpeiro o la pulpeira quien pone el toque decisivo a un cefalópodo por el que los gallegos somos capaces de discutir amistosamente (o no) en torno a cuál es el mejor y convenir que son las vilas del interior de Galicia las que se llevan la palma, junto a Mugardos, a la hora de preparar una ración.