De la afamada flota de los 300 solo queda el recuerdo. Eran los buques pesqueros gallegos que operaban en Gran Sol en 1986, cuando España firmó el tratado de adhesión a la extinta Comunidad Económica Europea (CEE) y quedó sujeta a un escaso reparto de cuotas que ha hecho de la gallega una de las flotas menos rentables del continente. Y la futura norma de los descartes cero -no se podrá tirar pescado al mar aunque no se tenga cuota para él, y computará contra los permisos de pesca-, que entrará en vigor en enero, y el Brexit, no harán sino complicar todavía más la actividad en un caladero histórico. Galicia ya tiene menos de 70 barcos en esas aguas, el umbral más bajo de su historia. Y el éxodo a otros países comunitarios, principalmente a Francia y Reino Unido, tienen la culpa.

Según los datos de la Consellería do Mar, antes de la entrada en vigor de la nueva Política Pesquera Común (PPC), en enero de 2014, Galicia contaba con 87 buques en Gran Sol; hoy quedan 68. La peor parte se la han llevado los buques de arrastre, que han menguado en quince, frente a las cuatro bajas de los palangreros de fondo. La mayoría se han ido a Francia, Reino Unido e Irlanda, como se puede comprobar al cruzar esta estadística con la exportación de unidades aduaneras del Ministerio de Economía. Cinco han pasado a tener bandera gala, dos la irlandesa (solo en 2014) y uno la británica. Francia y Reino Unido son dos de los países más beneficiados por un sistema de reparto de 1983, que solo se alteró mínimamente por la entrada de España y Portugal. Con Bélgica, Holanda, Dinamarca y Alemania son los que disponen de más posibilidades de pesca, de ahí la huida de la flota.

Según el análisis oficial de Bruselas -por el que la de Galicia es una de las flotas menos rentables, en un informe que desveló este diario-, el valor añadido bruto por cada marinero asciende en Francia a casi 77.000 euros, más del doble (37.000) que el de España. Y eso que los galos tienen menos de la mitad de capacidad pesquera y tres veces menos trabajadores. Reino Unido, con un tercio del empleo a jornada completa, es dos veces más rentable. El panorama se completa con salarios más elevados: en Francia se pagan 57.000 euros anuales, por los 34.000 de Irlanda y los 32.000 de Reino Unido; la española paga de media poco más de 21.000 euros al año, de nuevo con la estadística oficial de Bruselas.

A excepción de la empresa Mascato, con los palangreros Manolo del Terín y Mercedes Emilia (ambos construidos en Industrias Navales A Xunqueira, en Moaña), las armadoras de Gran Sol no han emprendido procesos de renovación de flota para el caladero, circunstancia que la patronal atribuye a la escasa rentabilidad, la férrea normativa sobre los descartes y la falta de seguridad con el Brexit a las puertas. El encarecimiento del gasóleo es un tercer factor que tampoco propicia una apuesta por esas aguas.