Vientos fuertes del Norte hacen que el mar de viento en Galicia impida ver con nitidez el futuro de la pesca en la Unión Europea y, por tanto, en el ámbito comunitario gallego donde, paso a paso, la Comisión Europea va aplicando a degüello medidas tendentes a la decapitación de las listas de barcos y caladeros en los que pescar es cosa de Mortadelo y Filemón y su agencia de información.

Los pasos que ahora mismo da la Comisión Europea hacen pensar que el presupuesto que este organismo europeo destinará en el periodo 2021-2027 a la pesca y la economía pesquera se va a reducir drásticamente, pasando a ser de tan solo 6.140 millones de euros.

Se asegura que el apoyo al sector pesquero va a ser más decidido, más notable todavía, en prácticas de pesca más sostenibles. Y si bien como planteamiento genérico esto "queda" muy bien, todos sabemos que cuando la UE habla de sostenibilidad, el término indica que serán más restrictivos en los planteamientos de qué y dónde se puede pescar. Intenta la CE remediar la situación de los pescadores "a pequeña escala" y uno se echa a temblar porque la "pequeña escala" la entienden en la Unión Europea no como un sector de bajura sino, en la práctica, la pesca deportiva. En las cabezas pensantes de Bruselas, España no ha logrado introducir con todo su potencial el significado de la pesca artesanal o la pesca de bajura.

El comisario Karmenu Vella, obnubilado mentalmente en su limitadísima concepción de lo que la pesca significa, se muestra grandilocuente sin embargo cuando dice querer unos océanos "sanos y bien gestionados para las inversiones a largo plazo y la creación de empleo en el sector de la pesca".

No sabe uno qué será del señor Vella en ese periodo 2021-2027, pero al paso que vamos y de seguir él al frente de la Comisión Europea es seguro que tendrá océanos sanísimos: habrá eliminado absolutamente el sector pesquero y no se verá en la necesidad de crear empleo en él, porque Europa ya no tendrá barcos.

¿Euroescéptico? ¡No! Harto de comisarios que aplican sus políticas al buen tuntún a la vez que se forjan un futuro que, como el de la señora Damanaki, les permite vivir a costa del mar como verdaderos señores de las olas.