El hangar espera en una zona poco transitada del puerto de Viveiro-Celeiro (Lugo). Hacia el final de un pequeño polígono con empresas -sede también del Resurrection Fest, uno de los festivales de metal de referencia en Europa-, el helicóptero Pesca 2 del Servizo de Gardacostas de Galicia reposa con los portalones abiertos de par en par. Ante sí espera un cielo encapotado y una jornada de vigilancia pesquera. Coincidiendo con la salida del turno de noche, los encargados de llevar a cabo la inspección del día se preparan justo cuando llega el inspector de la Xunta, Fernando Berride. "Parece que hoy no vamos a encontrar muchos barcos", comenta antes de ponerse el chaleco salvavidas viendo el cielo. Su labor es la de apuntar todos los hallazgos y dar parte en el caso de que exista alguna irregularidad. Es él mismo el que comenta que el helicóptero no es "el de siempre", sino que es uno de sustitución mientras el Sikorsky S76, que habitualmente ejerce como Pesca 2, está en su revisión anual. En ella, además de desmontar el aparato para revisar que todo está en orden, los técnicos realizaron la instalación de una de las novedades más significativas para Gardacostas: la colocación de unas modernas cámaras que permitirán retransmitir en directo las labores de vigilancia y salvamento que llevan a cabo.

La novedad sirve como un complemento para reforzar la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada -pesca IUU, por sus siglas en inglés-. "Se va a poder ver en tierra lo que se hace sobre el mar al mismo tiempo", resume Berride. El centro de control podrá, por ejemplo, comprobar actividades como las que realizó el helicóptero en las últimas semanas.

Bajo el mando del comandante José Ramón Rodríguez y con el piloto Javier Olavide, Berride se suma a los rescatadores Andrés Durán e Iván Martínez en la cabina con el objetivo de recorrer A Mariña lucense en un vuelo que puede superar las dos horas de duración. Tras sacar con un pequeño vehículo el helicóptero del hangar, uno de los dos mecánicos prepara la aeronave para el despegue mientras los responsables de hacerlo volar preparan la ruta. Sobre las 11.00 horas el Pesca 2 enciende motores y despega del puerto en dirección norte, saliendo de la ría de Viveiro.

"En esta zona lo más habitual es ver barcos de litoral, como arrastreros, y no tantos de bajura como en el sur", comenta Berride en relación a las vigilancias que desarrolla en las Rías Baixas a bordo del Pesca 1 -con base en el aeropuerto de Peinador-. Y no podía dar más en el clavo. Rumbo a cabo Ortegal y una vez superada la zona de Estaca de Bares, el circuito interno de audio alerta a Berride y a los rescatadores de la presencia de un pesquero. El arrastrero de litoral Mendaña aparece en escena. Su casco rojo se observa a la perfección desde la altura y queda retratado por la cámara de Iván Martínez, que previamente abrió uno de los portones que tiene en un lateral el aparato. "Está en una zona autorizada. Todo está en orden", concluye Berride, que le toma los datos.

Después de dar la vuelta, el Pesca 2 pasa de largo la ría en la que se aloja su puerto base y sigue hacia el este. El mal tiempo impide ver con claridad, pero la travesía transcurre sin incidencias, tanto en lo que se refiere al vuelo como a la propia inspección. La única embarcación que aparece está pasando los islotes Farallóns, de pequeño porte y amarrada al muelle. El helicóptero va dejando atrás puertos como el de Burela o Foz, hasta que llega a la imponente playa de As Catedrais.

La marea alta rompe contra unos acantilados que el tiempo lluvioso dejó huérfanos de turistas. La pintoresca localidad de Rinlo, llena de colores, y la frontera con Asturias que supone Ribadeo ponen fin al trayecto. El aparato encara la vuelta a la base y, en esta ocasión, el trayecto finaliza "sin novedad", como dice Berride, sin haber descubierto ninguna infracción.

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Ahora a la tripulación le tocará volver a los adiestramientos y a las largas horas de espera en turnos de 12 horas durante unos 15 días al mes, lo que supone 2.000 horas al año. Equipos de 18 personas en cada base están listos para dar servicio en cualquier incidente en la costa gallega, junto a las cinco inspecciones pesqueras que se desarrollan a lo largo del año. Sin embargo, es la labor de salvamento la que más repercusión tiene en los medios. De hecho, uno de los pilotos que salía del turno al momento de la llegada de Berride era Carlos Riscos, que fue el primero que evacuó a parte de la tripulación del infame petrolero Prestige de bandera liberiana que se hundió en la costa gallega en noviembre del año 2002. "Rescatamos a los siete primeros. El resto de la historia ya se sabe...", recuerda en una charla tras el vuelo.

Aquella fue una actuación destacada, pero Gardacostas de Galicia desarrolla otras labores, también en tierra. Su lucha contra el furtivismo es una constante que intenta ayudar tanto al sector como al consumidor. Solo el año pasado el servicio dependiente de la Consellería do Mar decomisó más de 175.000 kilos de pescado y marisco y requisó 24.100 aparejos.