El pulpo gallego causa furor fuera de nuestras fronteras. Países como China o Estados Unidos descubrieron en los últimos años el sabor del cefalópodo y dispararon sus compras. Pero las capturas de este recurso, lejos de crecer para acompañar este repunte de la demanda, se sitúan todavía lejos de los niveles marcados en campañas como la 2015-16. Esta situación provoca un efecto dominó que afecta al consumidor por dos vías. El pulpo es cada vez más escaso en unas lonjas gallegas, en las que cotiza a 10,6 euros el kilo (máximos históricos), y los distribuidores se ven obligados a abastecerse del mercado marroquí para poder dar servicio, aunque el producto sea de peor calidad.

El país magrebí, en solo cinco años, pasó de ser el sexto mayor proveedor de productos pesqueros para Galicia a ocupar lo más alto de la tabla, poniendo fin al eterno liderazgo de Argentina. La comunidad importó, entre enero y mayo, productos pesqueros de Marruecos valorados en 95 millones de euros, un 39,6% más que en el mismo periodo del 2017. Es la cifra más elevada de toda la historia, gracias al tirón del pulpo. Galicia, ante la escasez de materia prima en aguas propias, redobló su ritmo de compras de este cefalópodo hasta el punto de que ya supuso 80 de los 95 millones de euros a los que ascendieron las importaciones realizadas a Marruecos entre enero y mayo.

De esta forma, Marruecos desbanca a Portugal y Namibia (86,8 y 81,1 millones de euros, respectivamente) como principales proveedores de proteína marina para Galicia. El valor de las 40,5 toneladas de pulpo congelado que importa Galicia cada día de Marruecos supera por sí solo a las compras realizadas a algunos de los principales socios comerciales, como es el caso de Argentina o Malvinas, en donde las adquisiciones en los cinco primeros meses del año se situaron en los 77,1 y los 61,5 millones de euros, respectivamente.

Los datos de importaciones de pulpo no recogen el mes de junio, en el que, previsiblemente, las importaciones habrán activado una marcha más. Y es que desde mediados de mayo hasta el cierre de junio las lonjas gallegas vivieron una sequía del cefalópodo. Durante este periodo se extendió la veda de la especie y no fue hasta el 2 de julio cuando la flota gallega retomó la pesca. Cada buque tiene asignada, desde entonces, una cuota máxima diaria de 30 kilos y 30 más por cada tripulante, con un máximo de 210 kilos totales, cifras que mejorarán a partir de septiembre.